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La noticia no le había caído bien, para nada. Recibir aquella carta donde confirmaban que los restos óseos encontrados corresponden a su esposa fue...simplemente demoledor.

Había llorado como un niño, agradecia que sus padre hayan invitado a Emma a un parque de diversiones ese día para tratar de que la niña se calmara, la pequeña castaña se estaba desesperando por la ausencia de su madre y el extraño comportamiento de su padre, sus abuelos y en general toda su familia. 

Nino lloro hasta quedar sin lágrimas, sentía como si una parte de él hubiera muerto también. Pensaba en cómo podría explicar a su hija de cuatro años que su madre ya no volvería. Se sentía fatal, sentía como todos sus recuerdos felices que  tenía con Marinette, con Emma… todos aquellos recuerdos de su familia feliz eran reemplazados por la noche en que fue el accidente, reemplazados por la noche en que recibió la llamada de Kagami… trataba de recordar momentos felices pero cada uno de aquellos se veía opacado por el edificio en llamas, por los autos policiales, por él gritando el nombre de su esposa…  No supo en qué momento pudo por fin conciliar el sueño, pero este se vio interrumpido al sentir unos golpes en la puerta. 

Los padres de su esposa también habían recibido la noticia y decidieron ir a ver como estaba Nino. Los Dupain-Cheng habían tomado la noticia con algo  más  de calma, se sientían devastados pero debían mantenerse fuertes por Emma, su nieta los necesitaba, al igual que su yerno. Después de todo con el paso de los días lo único que querían era saber qué había ocurrido con su hija, y ahora que lo sabían tenían que aceptarlo y seguir adelante… eso habría querido Marinette

-¿Estas bien Nino?- preguntó Sabine, una vez dentro de la casa tendiendole una taza de té para que se calmara.

-Es difícil afrontar esto Sabine- respondió cabizbajo- No puedo creer que ya no la volveré a ver, que no escucharé su risa o que trataré de calmarla luego de un mal día en el trabajo… que no volveré a verla reír junto a Emma, y Emma, no se que hacer… ¿como le digo esto?- volteo a ver a los padres de su esposa con lágrimas en sus ojos- ¿Cómo podré seguir sin ella?

-Lo Lograras Nino- respondió Tom, conmocionado por las palabras del moreno- Es dificil, perder a mi pequeña es lo peor… pero a ella le gustaria que siguieramos adelante, sabes como es, no le gusta que dejamos de hacer cosas por algún pequeño problema

-Esto no es un pequeño problema- Nino dijo un poco dolido por la mala elección de palabras del castaño

-No, pero aún asi, a ella no le gustaría que nuestras vidas se detuvieran por su partida, menos la tuya Nino, tienes que ser fuerte, Emma aun te necesita…

-Y nosotros estaremos contigo dispuestos a ayudarte, no dudes de eso- Sabine completo la frase de su esposo, colocando su mano sobre el hombro de Nino en señal de consuelo

-No estás solo, todos la perdimos pero juntos podremos aceptar su partida y seguir adelante ¿está bien?

-No entiendo cómo es que logran mantenerse en calma- aquello lo dijo en un hilo de voz, casi un susurro que no buscaba llegar a los oídos de a quienes iba dirigido, pero Sabine y Tom si lo escucharon, sonriendo de forma nostálgica.

-Así es como ella querría que afrontaramos su partida- mencionó Sabine. Por dentro le dolía la pérdida de su hija, le dolía el cómo veía a Nino y temía por la reacción de su nieta por la noticia, pero lo ocurrido ya no se podía cambiar y lo mejor era enfrentar la noticia de la mejor manera posible… demostrar fortaleza por su nieta era algo primordial, también fortaleza frente a Nino en señal de apoyo. Aunque nada evitaría las lágrimas que saldrían en la soledad de su habitación cuando volviera a su casa junto a su esposo.

Nino había hablado con Emma una vez ella llegó del parque. La niña estaba junto a sus abuelos, tanto sus padres como los de Marinette, y su tío escuchando cada palabra que su padre decía mientras que poco a poco aquellas palabras se asentaban en su mente y comprendía que significaban exactamente… su madre ya no volvería… su madre había muerto. Nino jamás hubiera imaginado estar en esa situación, tampoco sabría jamás si las palabras que utilizó fueron las correctas o habría otra forma de hablar sobre la muerte con una niña de cuatro años. Era claro para él que aquella había sido la conversación más difícil que había tenido. No pudo evitar soltar algunas lágrimas mientras hablaba, pero Emma lo comprendió, y aunque lloró desconsoladamente, aceptó que su madre ya no estaría más, no físicamente al menos, pero sí emocionalmente. 

ATEMPORALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora