Capítulo 15 - Ibb

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Los tres entramos en la misteriosa habitación. Era una especie de armería. En la pared de la derecha había colgadas algunas armas y justo en la de en frente un gran mapa de toda Medestta, los cinco reinos con sus respectivas islas incluidas. En el centro, una mesa metálica, con cuatro sillas a su alrededor. Todas estas cosan no pertenecían a la mansión, estaba claro.
-Aquí es donde solemos trazar los planes que mayor importancia tienen, además que nos sirve de armero, como podéis ver- Aland se acercó a la pared donde reposaban las armas, había siete en total, perfectamente enmarcadas las unas con las otras. Primero cogió dos pequeñas dagas que había en el lado derecho.
- Estas para ti Ibb, eres muy diestra en el combate cuerpo a cuerpo y estas empezando a dominar tu poder. Estas dagas no interferirán en tus llaves y en el caso de que las cosas se pongan feas te servirán de ayuda.
-Gra-¿Gracias?- nunca había usado armas, era raro tener unas dagas en las manos. Eran ligeras y manejables. Tenían forma de hoja alargada, que se estrechaba en la empuñadura, esta cubierta con cinta de cuero verde. En la hoja había una pequeña inscripción en un idioma que no entendía.
Volvió a la pared y cogió la espada que estaba al lado. No era alargada, supongo que lo suficiente para empezar a familiarizarse con esa familia de arma blanca. La hoja estaba forjada de froma irregular, pero parecía afilada, además estaba hecha en un material muy extraño, no era metal, era semi translúcido, como un vidrio mate de color crema. La empuñadura de esta también estaba envuelta en el mismo material que mis dagas pero de color negro.
-Como tu todavía no has despertado tu poder- se dirigió a Per- esta espada te vendrá muy bien. Era la que yo usaba cuando empecé a domar los mios. Se adapta a su dueño gracias al mineral en el que está tayada. Este mireral se extrae de unas minas de sur, muy al sur, está dotado de una magia, unas particulas que mutan dependiendo de quien la empuñe. En mi caso amplificaba el control y la puntería de los rayos que lanzaba, además que hacía de receptora de estos cuando había tormenta- le entregó la espada.
-En mi caso ya veremos como reacciona ¿no?- Per movía la espada haciéndose a ella, analizándola, nunca lo había visto tan serio.
-Si- le contestó Aland- pero hasta entonces lo mejor será que empieces a manejarla. Todavía no eres muy diestro con la pelea así que te vendrá bien, es muy afilada, con un poco de maña, harás mucho daño con ella.
Volvimos a la planta baja con nuestras respectivas armas. Mientras estábamos abajo Wade se había quedado preparando la cena.
Pasamos la noche hablando sobre nuestras vidas, conociendonos un poco más. Resulta que Aland y Wade no son hermanos de sangre, se conocieron cuando eran muy pequeños en una casa de acogida y desde ese día no se han separado. Se pusieron el mismo apellido y se convirtieron, el uno del otro, en la única familia que tenían. Ellos dicen que sincronizaron tan bien de pequeños por su situacíon, las
posibilidades de que se encontraran en aquella casa eran tan bajas como que estuviéramos dos herederos en una misma ciudad. Y si, herederos, así lo dicen ellos en vez de "almas de dragón", de forma que los dragones son nuestros patrones. Seguimos hablando hasta estar bien entrada la noche.
Amaneció un nuevo día. Esta vez estaba más descansada y me levanté al alba para salir a correr por la zona, nos esperaba otro día de entrenamiento largo.
El bosque que rodea la mansión es bonito, de un verde oscuro casi turquesa, al contrario que el de Wasmir, que era más anaranjado que azul. El camino es plano, no hay raíces que interfieran en él ni muchos matojos haciendo lo mismo que las anteriores. Rodeé todo el perímetro hasta llegar al río del que nos había hablado Aland. Fluía con un afable murmullo, el agua golpeando contra las rocas, los altisbajos que acentuaban el salpicar del agua. Me senté en una roca cercana a observarlo por un breve rato. El sol ya estaba saliendo por detrás de las montañas y los pocos rayos que se colaban entre las copas de los árboles hacían relucir el agua y las alas de los insectos cercanos a esta. Que paz.
Volvi a la mansión. Wade y Aland estaban estirando, mientras que Per se tomaba una taza de algo que no llegué a saber que era.
- Buenos días- me dijeron los hermanos cuando me acerqué a ellos.
- ¿Has madrugado eh?- me preguntó Aland.
- Si, me encontraba lo suficientemente descansada- y he decidido salir a correr un rato- les sonreí para luego acercarme a Per.
- Buenos días- le dije.
- !Buenos días!
- Te noto de muy buen humor.
- Aunque no lo parezca estos días estoy durmiendo más que cuando estábamos estudiando - reímos juntos- Además la brisa matutina me sube el ánimo.
- ¡Me alegro! Y ¿para entrenar tienes ánimos?- reí.
- Si si, sirve para todo - me acompañó la risa.
Y así lo hicimos, ejercicio a ejercicio el sol nos marcaba el paso del tiempo. A media mañana Per estaba con Wade haciendo brazos, concretamente tenía que darle puñetazos en sus manos. Desde donde estaba yo podía oir a Wade gritarle para que se esfrozara más, la situación me sacó una leve risa.
Después de que acabara con Wade decidí enseñarle algunas llaves básicas, fáciles de dominar. Como ya deduje el día anterior aprendía rápido a pesar de tener un fondo prácticamente inexistente. Llevábamos a penas veinte minutos en ello, se pasaron rápidos, pero de repente, en un rápido movimento que hizo para imitar la llave que le acababa de enseñar, desapareció delante de mis narices, sin dejar rastro alguno.

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