Capítulo 19 - Percival

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Desenfundé la espada para no tener que hacer uso de mis poderes para llegar a la jaula, mejor reservar energía. Tuve que quitar del camino a unos cuantos alborotadores, pero por fin pude colocarme en un murillo que había al lado de la jaula. Ases de luz y fuego salían de los distintos orificios que había en la roca, me asomé por el más cercano.
El heredero tenía una especie de hacha conectada a una maquina al rojo vivo, les iban las batallas intensas en este sitio. Él era algo más alto que Aland, su piel de un tono arena, tenía los cuernos limados, a penas sobresalían unos centímetros de su frente, el pelo se lo habían rapado también y, su mayor distintivo de dragón, era su cola, era escamosa y con un estampado amarillento que le daba textura junto a las grietas y cicatrices, de ambos lados salían unos protuverancias que me movían según la posición de su cuerpo, y estas seguián la línea de la columna hasta perderse en su cuello.
Al cabo de unos segundos, en los que yo lo analicé, se percató de mi presencia, así que me puse de pie mientras se acercaba a mí, había bajado el arma.
-¡Sal de aquí!- me impetó con una voz ronca y profunda, casi rota- si te cogen no saldrás nunca.
-Entonces si que eres como yo ¿no?
Antes de que pudiera contestar tuve que hacer un rápido teletransporte unos metros atrás para evitar un espadazo. El heredero le hizo un corte en mano y con su cola le atizó en la cara, dejándolo inconsciente, hacía más desde una jaula, de lo que a mi me gustaría hacer estando fuera. Me acerqué otra vez corriendo.
-Ya has visto mi poder, deja que te saque de aquí.
-Y también he visto lo verde que estás, con un poco de suerte harás un salto lo suficientemente retirado como para salvarte tú.
-Puede intentar...
Me agarró por la muñeca de la mano que no sujetaba la espda y me acercó a la jaula lo máximo posible.
-Escuchame bien- comenzó- llevo aquí casi cuatro años. Lo suficiente para saber que esta jaula probablemente no se destruirá ni con el inminente derrumbe, y en el caso de que lo haga ya me salvaré yo solo, o con un poco de suerte muero aplastado y esta pesadilla por fin se acaba.
Sus duras palabras se clavaron en mi como si fueran una puñalada de uno de los alborotadores.
-¿Me has entendido?- soltó mi muñeca con rabia e impulso alejándome de la jaula.
Los trozos que caían del techo se hacían más grandes y el estruendo que venía de abajo ahora también venía de arriba, todo se iba a venir abajo. Mire al cautivo una vez más mientras me venían a la cabeza las palabras de Aland "con o sin él ". Me dirijió una mirada que me gritaba que saliera de ahí, sus ojos eran completamente amarillos, la pupila una fina línea negra en el centro y, a pesar de ser un tono tan cálido, solo emanaban frío.
Cerré los ojos y me concentré. Al abrirlos estaba dos plantas por debajo del vestíbulo del museo, si que había llegado lejos, pero no lo suficiente. Comencé a subir por las escaleras entre polvo y estruendo, todavía quedaban trabajadores que también huían del lugar. Me costaba ver unos metros por delante de mis ojos y el ruido me ensordecía. Hice un último esfuerzo y llegue al último tramo de las escaleras que llevaban al vestíbulo, se podía ver la luz del atardecer que se colaba por las puertas de critales ahora rotos y las grietas de las paredes de al rededor. Entre el polvo pude ver una figura que iba al contrario de la dirección de huida, que se acercaba a mi ¿la corte?
La figura me agarró del brazo y empezó a arrastarme hacia la salida. Cuando la vista se me aclaró una vez cerca de la puerta pude ver la cola de un dragón rojo tatuada en la mano de mi "raptor", Wade. Nos alejamos todo lo que pudimos del museo antes de que nuestros oídos empezaran a pitarnos agudamente a causa del estruendo... absolutamente todo el museo se vino abajo detrás de nosotros.
El ambiente se llenó de una espesa bruma de polvo, me impidía ver y, prácticamente, respirar. El impulso hizo que Wade dejara de sujetarme, me encontraba solo y perdido, ¿dónde estarían Ibb y Aland?
Tosí al inhalar el polvo cuando quisé pronunciar palabra.
-Wa-Wade- grité como pude. Él puso la mano en mi hombro también tosiendo, la onda no lo había alejado mucho de mí, de hecho, yo había volado más, por mi leve peso supongo.
-¿En qué estábas pensando?- me medio gritó entre jadeos. Ni siquiera pude contestar- ¿Los ves?
-N-No...
La cabeza me daba vueltas, casi no sentía las piernas. Lo bueno es que lentamente la niebla de polvo se fue disipando. De detrás de una roca, a unos metros de donde estábamos Wade y yo, salieron dos figuras, eran ellos. Nos acercamos apresuradamentre a ver como estaban.
-Menos mal que has salido- Ibb me abrazó, mientras Aland y Wade se cercionaban de su estado mutuo.
-No ha funcionado ¿no?- me preguntó Aland.
-No quería que lo salvaran, me echó, literalmente... y cuando me quise dar cuenta todo se estaba viniendo abajo y tuve que salir de allí...
-...No pasa nada- me contestó.
-¿Y tú como has dejado que se arriesgue así? Si no llega a salir a tiempo...- le recriminó Wade a su hermano.
-Sé que era arriesgado, pero era la opción más viable que teníamos.
-Y esa jaula no habría cedido ante ninguno de nosotros, me dijo que era diferente al resto, que probablemente ni el derrumbe pudiera con ella pero, bueno, creo que se equivocaba.
La niebla ya solo estaba sobre los restos del museo, asi que Ibb se acercó a echar un vistazo, nosotros la seguimos. El sol ya estaba cayendo y nos encontrábamos encima de una cuantas columnas rotas sobre una gran masa de escombros de lo que antes era el museo nacional de Somreg. Un gran río de agua se filtraba entre las grandes rocas y se precipitaba por el acantilado justo detrás de los enconbros, la presión del agua arrastraba los trozos de roca y cemento más peqeuños y los hacían caer con ella.
-Que desastre- susurré- ¿qué habrá pasado?
-Esto...- dijo Ibb a unos metros de mí- ¿Qué es eso?

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