Capítulo 9: LA DESAPARICIÓN

13 2 0
                                    

-Cojamosla también, se ve bonita y es joven, además también es de sangre pura- le respondió un secuestrador a otro.

Los hombres cogieron a las dos chicas y de forma silenciosa se fueron por donde habían llegado, por desgracia nadie en la casa se dió cuenta ya que los secuestradores prepararon suficientes granadas somníferas para que ninguno de ellos pudiera despertarse durante horas.

Una vez que los 5 llegaron al bosque, ataron a las hermanas de manos y pies a un largo palo que llevaban entre dos de ellos, y después el que quedaba libre echó humo en todos los allí presentes para no dejar ningún rastro ni olor.

Horas después y tras haber caminado unos cuantos quilómetros bosque adentro, Akili empezó a abrir los ojos lentamente, intentó moverse pero no podía, sentía los brazos y piernas entumecidas y se encontraba mareada, su cabeza dolía como los demonios, la chica intentó enfocar la vista y pudo ver la sombra de un gran hombre al lado suya observándole, al momento Aki sintió como le pinchaban con una aguja en el brazo y volvió a quedarse dormida.

~Esa misma mañana en la aldea~

Tiempo después ya había amanecido y Naki fue la primera en levantarse, la chica se encontraba mareada y le dolía la cabeza, aún así decidió levantarse y caminar hacia el pasillo pero en cuanto salió por la puerta chutó algo con el pié, la mayor lo cogió y lo miró, era redondo y con un pequeño agujero, la chica no sabía lo que era y decidió recorrer la casa con la intención de descubrirlo y revisar si su familia se encontraba bien, pasó por la habitación de sus hermanos y después se dirigió al de las chicas, en su recorrido por el pasillo se encontró con otra bola de esas extrañas, finalmente llegó a la habitación de Akili y se la encontró vacía, la mayor algo asustada empezó a llamarla sin obtener respuesta, rápidamente se dirigió al cuarto de la pequeña y tampoco estaba, en su lugar se encontraban las zapatillas de ambas chicas y otra granada, un escalofrío recorrió el cuerpo de Naki para después correr hacia la habitación de sus padres abriendo la puerta de un portazo.

-Mamá, papá- los dos que se encontraban tumbados en la cama se despertaron asustados y con dolor de cabeza -ha pasado algo, las chicas no están en sus cuartos-.

Nada más escuchar esa frase Koda se levantó rápidamente -¿Como?- preguntó el hombre agitado.

-Kim y Aki no están, el pasillo está cubierto de olores extraños y he encontrado esto- acabó por decir la chica mientras le enseñaba el raro objeto a su padre.

El hombre al ver la granada palideció, el si sabía lo que era esa cosa y no era nada bueno.

-Es una granada, puede explotar o tirar humo- dijo el hombre, y después salió disparado por el pasillo en dirección al cuarto de sus hijas para revisarlos.

-NAKI, VE A AVISAR A LOS LUCHADORES, QUE VAYAN A BUSCARLAS, ¡AHORA!!- dijo Koda histérico y nervioso levantando mucho la voz.

-Sí- respondió la hija para salir corriendo la casa.

El jefe se dirigió después a la habitación de su hijo Keita, el chico estaba despierto y tocándose la cabeza, las piezas iban encajando en la cabeza del hombre, a todos les dolía la cabeza y no era casualidad, como era posible que entraran a mitad noche a por sus hijas y no se enteraran, esas granadas eran su respuesta.

-KEITA, ¡Levántate! Se han llevado a tus hermanas- el chico al escuchar las palabras quedó estupefacto, ni siquiera lo había procesado cuando de repente su padre le tiró algo redondo y pesado.

-Rastreala y encuentra a tus hermanas- dijo el hombre para después desaparecer y dirigirse al cuarto del otro chico.

Keita sabía perfectamente lo que tenía que hacer, dentro de la familia era el que mejor olfato tenía debido al don, el chico se levantó rápidamente y olió la granada, pudo distinguir varios olores diferentes, el chico se levantó, se puso zapatillas y siguió el rastro hasta el bosque donde el olor desapareció, NADA, de repente no podía seguir ningún rastro, había desaparecido completamente.

Ese día, las cosas en la aldea estuvieron agitadas, la noticia llegó a oídos de todos y cada uno trabajó a su manera para ayudar a encontrarlas pero todo el esfuerzo fue en vano, los días fueron pasando y las chicas no aparecieron.

~ ~

Mientras tanto, al otro lado del bosque los 3 hombres seguían llevando a las dos chicas hacia una dirección aún desconocida.

-Ya llevamos varios días caminando y aún no hemos llegado al punto de descanso, esto nos está tomando demasiado tiempo- decía el secuestrador mientras dejaba el palo que estaba atado a las chicas en el suelo para descansar.

-Dominic tiene razón, además nos queda muy poco sedante, no sé cuántas veces más podremos pincharles para que no despierten- decía el hombre rubio que llevaba el otro extremo del palo al hombro.

-Tranquilos, si seguimos andando llegaremos, podemos darles menos dosis, solo son niñas- dijo entonces el peli negro.

En ese mismo instante unos metros más alejados, se encontraban dos personas vestidas completamente de negro y con capuchas, estaban subidos en varias ramas de un gran árbol, y camuflados entre las hojas.

-Pobrecitas, aún son muy pequeñas, ¿No crees que deberíamos hacer algo?- comentó una de las dos personas de negro, tenía la voz de una mujer y un cuerpo bien entrenado.

-No es nuestro deber entrometernos en sus asuntos, pero podemos observarlos durante esta noche- le respondió el hombre de negro que estaba sentado en la rama de al lado.

En ese tiempo Chris se había pasado por el claro donde se reunía con la joven, pero al ver que esta no apareció y que la aldea estaba intacta decidió irse, ya que no era la primera vez que le daba plantón, regresaría la semana que viene. Lo que no sabía, es que la chica había desaparecido el día anterior y que seguramente la siguiente semana tampoco se reuniría con ella.

Las hijas de ShabeelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora