Prólogo.

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5 meses antes.

"Lo siento por la perdida" ...

"Sentido pésame" ...

"No pensé que algo así le pasaría" ...

"Era muy alegre, me da tanta tristeza" ...

Eso y más era lo que Zoa escuchaba desde que había llegado, era un eco que se repetía constantemente. Esperaba la ceremonia, pero a la vez quería irse. Se sentía irritada e histérica, no sabía qué hacer en ese lugar. Quería vomitar, gritar... y entre todo eso abundaban las ganas de llorar. Aunque eso era lo que menos quería hacer, no quería verse vulnerable delante de personas que ni siquiera deberían de estar ahí. Había familiares, sí. Pero ninguno era necesario. Entre todas aquellas personas veía desde lejos a su madre Irina, lucía distante y tenía ojos rojos por llorar más veces de las que admitiría.

Ya no aguantaba más, no quería ver como Irina miraba el ataúd, Zoa no podía siquiera mirar el ataúd. Así que prefirió salir de esa pequeña sala y dirigirse hacia las afueras del lugar. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Se encorvó poniendo sus manos encima de sus rodillas y empezó a tomar respiraciones aceleradas, quería que esa sensación se fuera.

Tuvo la sensación de una mano en su hombro, volteó comprobar quien era, era Lev, su mellizo. Se levantó y lo miró con los ojos llenos de lágrimas, sabía que si parpadeaba se desbordaría. Él la abraza sabiendo lo que sentía porque él se encontraba de la misma forma. Era consciente de que su hermana era fuerte, podría decir con certeza que era más fuerte que él, pero en momentos como este nadie podría actuar de forma diferente. Ni Alexei, su padre. Ni Irina, ni la mismísima Zoa. 

Zoa lloró, lloró hasta más no poder, aferrándose como si fuese lo único que le quedara, él también lo hizo, no podía aparentar algo que no era. Ambos se separan y Lev la agarra por los hombros.

—¿Cómo haremos? ¿Crees que seguiremos nosotros? —empezó a preguntar Zoa a Lev aún con lágrimas en los ojos.

—Eres fuerte, somos fuertes —respondió mirándola a los ojos—. Saldremos de esto y comenzaremos de nuevo, lo haremos por ella.

Zoa lo miró y dio una pequeña sonrisa, asintiendo se limpió la cara para quitar el rastro de lágrimas.

—Ella lo hubiera querido.

Lev pasa uno de sus brazos por encima de los hombros de Zoa y empiezan a dirigirse adentro. Zoa dio una gran bocanada de aire antes de acercarse.

Para observar el ataúd y verla a ella.

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