Capítulo Ocho: Helado.

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Zoa Volkova.

4 meses antes, ese mismo día.

Ya han pasado horas desde que llegué, una eternidad completa dentro de cuatro paredes ¿realmente estaré aquí tres meses? Luego de despedirme de mis padres, la enfermera Maslov me dejó cambiarme y ponerme ropa más cómoda, más tarde me dio un tour por el hospital y me explicó algunas cosas.

"—Puedes inscribirte en la actividad que quieras, pueden ayudarte en tu recuperación."

En ese momento solo asentí, no quería hablar tanto. Aunque sí antes de volver a la habitación me inscribí en las actividades de manualidades y origami, no sé si en un futuro me servirían en algo, pero prefería saberlo. Todo iba bien, de maravilla incluso, hasta que llegamos a la habitación de nuevo. Pero no todo puede ser felicidad ¿no?

"—Hoy no tomarás pastillas para dormir."

Eso fue, en su sentido literal un balde de agua fría cayendo en mi cabeza. No supe cómo reaccionar a eso, nada me preparó.

"—¿Qué? ¿por qué? —respondí exaltada y por extraño que parezca, asustada.

—Queremos observar como es tu reacción corporal y mental sin que las tomes por esta noche, mañana después de tu desayuno irás a tu primera cita con tu terapeuta —junta ambas manos al frente de ella— si quieres que te traiga algo puedes decirme.

Paso ambas manos por mi cara y respiro profundo.

—¿Hay... helado? —ella asiente, me abrazo a mí misma— ¿podrías traerme...un poco? Por favor.

Me sonríe, no entiendo por qué es tan amable conmigo.

—No hay problema, ¿de qué sabor lo quieres?

—Chocolate, por favor —digo.

—Vuelvo en un momento."

Pasó un rato y trajo un pote de helado y una cuchara, me las dio y después de despedirse se fue. Quedando justo en este momento. Puse el pote de helado en la mesa que está dentro de la habitación y me senté en el medio de la cama mirando fijamente a ese helado que debe saber extremadamente bien.

¿Qué estoy esperando? Siento que en cualquier momento colapsaré y lo único que hago es mirar el helado como si tuviera veneno, intento cerrar los ojos para encontrar calma, pero creo que así se vuelve peor.

Me hace estar más consciente de mi alrededor, escucho los pasos de personas por el pasillo a pesar de que tengo mi puerta cerrada. Por otro lado, escucho el movimiento de las hojas de los árboles al chocar unas con otras por culpa del viento. Risas, voces, lágrimas... ¿por qué escucho todo eso? Me levanto de golpe y paso mis manos por mi cabello exigiendo calma, no entiendo qué me sucede, camino por todos lados y cada vez el lugar me parece más minúsculo. No soy claustrofóbica pero este lugar está angustiándome, veo mis manos y estas tiemblan.

—Zoa, cálmate —trato de decirme a mí misma en voz alta como si eso fuera capaz de funcionar.

Vuelvo mi vista hacia el pote de helado y camino hacia él, lo agarro con ambas manos e intento quitarle la tapa. No puedo, simplemente no puedo. No soy capaz de hacer algo tan sencillo como quitarle la tapa a un pote de helado, ¿por qué me pasa esto? No entiendo que me sucede, me siguen temblando las manos y no soy capaz de controlarlas por mí misma, eso es lo que me impide.

¿Por qué no me controlo?

¿Por qué siento que explotaré?

¿Por qué escucho cosas?

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