dieciséis.

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Murcia, España, noviembre 2018.

Oriana Pérez.

estaba sentada al lado de Vicky, en el pequeño escalón de la entrada de mi casa, mientras comíamos un sandwich y bebíamos zumos, no queríamos estar adentro sentadas junto a Pablo viendo su programa de anciano, y la noche estaba muy linda como para desaprovecharla, y yo especialmente soy fanática del cielo a todas horas.

— ¿sabías que Ginés bebe de esa manera? —dije viendo a Vicky para después darle una mordida a mi sandwich.

— sí—respondió y yo la miré— desde que te fuiste. —añade, y luego le da un sorbo a su zumo.

¿por eso me dijo que no lo entendería? dudo mucho que haya sido por mí que adoptara este mal habito, no soy tan importante como ser motivo del casi alcoholismo de alguien más, y mucho menos de Ginés, no creo que el haber perdido nuestra amistad lo haya llevado a esto. 

— ¿según tú por mi culpa el chaval está bañado en alcohol? —digo viéndola.

—no, porque vos no hiciste nada, pero desde que él se alejó de vos empezó a estar así, no digo que sea tu culpa. —contesta y yo asiento.

—no soy tan importante tía, además ese dolor me suena más a la pérdida de un amor, alguna chavala de la que se enamoró pero las cosas no se dieron, y él cree que va a poder llenar ese vacío con alcohol, y no es así —digo y la chica de gafas asiente.

—tenés razón, Ginés si estuvo enamorado, sino es que aún, pero fue demasiado inútil y nunca supo como decirlo.

—¿sabes quién era la chica? —inquiero y ella nuevamente asiente.

—yo sé muchas cosas, pero por esa misma razón me voy a queda callada, no sería bueno para nadie que suelte lo que sé. —iba a decirle que deje de jugar y me responda, pero mi vista se desvió cuando el rubio salió de su casa.

estaba totalmente despeinado, llevaba puesto un joggin, y su torso desnudo, sacó algunas cosas y las dejó sobre el basurero y entró nuevamente a su casa, no mentiré, me robó el aire.

—¿disfrutaste la vista? —habla vicky sacándome de mis pensamientos.

—¿del cielo? sí, está precioso esta noche. —digo haciendo como si no hubiese entendido y ella ríe.

—sí, del cielo llamado Ginés Paredes —dice y ríe haciendo que deje salir mi risa— a mí no me vas a ver la cara de tarada reina, te conozco más que nadie —iba a responder pero me callé cuando me dio un leve codazo— mirá, mirá, ahí viene tu hombre, chau. —dice poniéndose en pie y entrando a mi casa.

—¿por qué huye Victoria ? —escucho su voz y me giro para verlo, seguía igual de desarreglado que cuando salió a botar la basura, y puedo apostar a que no se ha bañado.

—porque es una tarada —digo y ambos reímos.

—¿puedo sentarme a tu lado? —dice señalando el espacio vacío y yo asiento—¿cómo has estado tía? 

—bien, cansada, pero bien —respondo y él sonríe sin mostrar los dientes— ¿tú? me sorprende que no estés de fiesta.

—no me apeteció salir hoy, quise quedarme componiendo —responde— que probablemente sea el próximo que lance.

—cuando esté fuera seré la primera en escucharlo —digo y él sonríe ampliamente.

—eso me gustaría, es más te hago una invitación —dice y yo ladeo mi cabeza para escuchar lo que tenía en mente— cuando termines de escuchar la canción, te espero en el jardín de mi casa —dice señalando el lugar— para luego ver el cielo, ¿te parece? 

—me parece un excelente plan tío —respondo— tienes letras muy profundas, siempre escribiste así de bien, y me alegra que me hayas hecho caso. 

—¿cómo no te iba hacer caso? siempre me guiaste hacer las cosas bien, eras mi rumbo. —dice mientras pone su mano en mi rodilla, y ambos nos vemos de frente, dejándome apreciar sus lindas orbes verdes, que cargan ese brillo tan especial.

—quería lo mejor para ti, quiero lo mejor para ti. —digo y él deja  un beso en mi mejilla, provocando un escalofrío en mí.

—yo también quiero lo mejor para ti —dice mientras deja su mano sobre la mía, muevo mi vista hasta nuestras manos, pero él rápidamente la quita— y por eso creo que ya debes ir a descansar, mañana tienes universidad —dice y ambos nos levantamos— buenas noches, Astrea.

—¿Astrea? —digo juntando mis cejas y él sonríe.

—¿no sabes qué significa? —dice y yo niego— astrea es la diosa de las estrellas, sin ella las estrellas no funcionarían, no brillarían, la otra vez me llamaste supernova, así que básicamente, tú eres mi astrea, porque sin ti no sé como ubicarme en este cielo que es la vida. —sonrío con muchísima ternura, y sintiendo como mis sentimientos se alteran.

me acerco y rodeo su cuerpo con mis brazos, recibiendo una rápida respuesta de su parte, nos quedamos así durante un minuto, y nos separamos con lentitud, deja un cálido beso en mi mejilla, y yo acaricio la suya con mi pulgar. 

—descansa supernova. —digo, beso su mejilla y entro a mi casa nuevamente.

sueños interpuestos ; walls. Where stories live. Discover now