veintitrés.

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Murcia, España, enero 2019.

Oriana Pérez.

— es ir al cine, solo eso, no vamos a beber, no vamos hacer nada más —decía el rubio que está a mis espaldas, mientras yo seguía con mi vista puesta en mi libro— ori, no me ignores —dijo en un reclamo y yo contuve mi risa— ¿me estás esquivando? —dice en mi oído y mi cuerpo se tensa— ¿estás segura que me quieres ignorar? —dice mientras roza su nariz en mi cuello y deja un beso. Me levanto rápidamente de mi lugar y lo escucho reír mientras mis mejillas se ponen en rojas.

—¿al cine dijiste? —dije y el sonrió, pasó sus manos por mi cintura y dejó un beso en mi frente.

—al cine, a un café, donde gustes te llevo —dice, haciendo que sonría.

—al cine no porque me duermo, pero te acepto el café con la condición de volver temprano, porque tengo un trabajo que terminar. 

—me parece bien —respondió— lo que mi astrea diga se hará —tomé su rostro en mis manos y dejé un par de besos en sus labios. Tomé mis cosas y salimos de mi habitación, bajamos la gradas y me detuve en la sala para avisarle a Pablo.

—¿y tu novia que siempre traes pegada? —le digo a mi hermano cuando lo veo sentado en el sofá.

—tiene que estudiar para un parcial —responde— ¿saldrán? 

—sí, iremos por un café, volvemos en dos horas. —respondo.

—cuídala —dice Pablo mientras señala a ginés, y él asiente— y ori, cuando vuelvas, tenemos que hablar. —asiento y dejo un beso en su frente. Ginés toma mi mano y salimos de mi casa.

no diría que estoy totalmente segura de que él haya cambiado, era obvio que por ahora todo es color de rosa, pasamos año nuevos juntos, su familia nos invitó a celebrarlo con ellos, y como en los viejos tiempos nos acogieron en su casa. La celebración paso entre risas y besos, parecíamos una pareja, aunque el fondo los dos sabemos que somos disparejos, y que estamos lejos de ser una. 

estaba preparada para una pronta decepción de su parte, o eso quiero pensar, la verdad es que él me puede sorprender de la peor y mejor forma, y lo peor es que se lo estoy permitiendo, y se lo permito porque ya no sabía como estar lejos de él. 

llegamos a la cafetería, y en su pose de caballero me abre la puerta y me ayuda a bajar, el auto de su padre es muy alto a decir verdad. Toma mi mano y entramos juntos a la cafetería, pero en cuánto cruzamos la puerta, suelta el agarre de nuestras manos, me confundo ante su acción, pero trato de no darle relevancia, no estoy para taladrar mi mente. 

nos sentamos en una de las mesas, y rápidamente se acerca una chica y deja los menús sobre la mesa, mientras yo leo la carta en busca de algo para comer, noto como el rubio mira coquetamente a la castaña que nos atiende, y ella le continúa el juego.  Ahí está la primera decepción, mi preparación mental no sirvió, porque me siento un tanto afectada.

—un café negro, cargado, por favor —le digo a la chica mientras le entrego la carta— de mi parte, solo eso.

—a mí tráeme un café con leche, y un pastelillo. —dice Ginés, la chica anota en su libreta y le guiña el ojo.

—¿frecuentas ésta cafetería? —digo y él enarca su ceja.

—la verdad es que no soy un chaval de cafeterías, lo sabes —responde— pero porqué mejor no me dices que es lo que te incomoda. —dice mientras junta sus manos.

—¿a mí? nada tío —digo y él sonríe de forma socarrona. Veo venir a walls.

—¿ah no? entonces porque tienes tu ceja arriba, y rascas tu cuello, no hagas de lado el hecho que yo te conozco más que nadie —dice con ciertos aires de superioridad. Me quedo en silencio cuando la castaña aparece nuevamente y deja el café en la mesa.

sigo en silencio, porque estoy molesta y prefiero callar, bebo mi café en total silencio, mientras Ginés me mira y no dice nada, creo que todas las personas presentes en el local pueden notar la tensión que se carga. Me molestaba su actitud, y estoy en todo derecho de estar molesta, me enojo con él, me enojo conmigo misma por tenerle un grado de fé.

acabo la bebida, y me levanto de la mesa, pago mi café y salgo del local, sintiendo los pasos apresurados del murciano que viene detrás de mí. Me hubiese quedado en casa, me ahorraría varias cosas. El enojo que cargo en estos momentos por ejemplo.

—Oriana, basta tía —me grita Ginés, me detengo y lo miro— basta, amor. —bufó ante el sobrenombre.

—no me jodas Ginés —le respondo. Toma mi mano y caminamos hasta el auto. Me cruzo de brazos y lo miro esperando que hable.

—perdóname si hice algo que te hizo enojar —dice y yo ruedo mis ojos— se supone que estamos trabajando en mejorar ¿no? —no respondo debido a que sus labios se plantan en los míos sin aviso alguno. Sus labios se mueven de forma lenta, mientras sus manos sujetan mi cintura con fuerza. Mis manos se colocan a los lados de su rostro, y él hace que mi espalda choque con el auto.

—hola —escucho una voz ajena y desconocida, nos separamos, nos giramos para ver de quién se trata. Un grupo de chicas, alrededor de unas cinco que miran con emoción al de ojos verdes.— ¿nos podemos tomar una foto? —dice la chica, él asiente y se acerca a ellas.

escucho como ellas lo halagan por su tema más reciente, y por sus batallas, es de entender, son fans con sus ídolos, pero conforme ellas lo adulan veo como él entra en su personaje, y ginés desaparece y entra walls a la pista. Me siento en la acera mientras ellas hablan con él, no tengo idea de cuánto tiempo llevo esperando.

—¿ella es tu novia? —escucho que pregunta una de ellas mientras me ve.

—¿ella? —dice Ginés mientras me ve— no, la acabo de conocer. —responde y vuelve su vista a ellas.

siento la presión en mi pecho, esa presión que se forma cada vez que me enojo, me levanto de la acera y camino para alejarme de la escena, cuando me encuentro un poco lejos, tomo un taxi para volver a casa. En el camino me dedico a secar mis lágrimas rápidamente, y trato de eliminar rastros de llanto, aunque mis mejillas están manchadas por el rimel. Me bajo del auto cuando me deja frente a mi casa, y pago la ruta.

durante todo el camino me cacheteé mentalmente por haberme creído en su palabrería, ¿de verdad creí que cambiaría por mí? Ya él no es el de antes, y me cuesta aceptarlo, pero debo entenderlo, nuevamente me repito, Ginés ya no está y no volverá.

sueños interpuestos ; walls. Where stories live. Discover now