Capítulo 4

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EVERYTIME

Aitana

A la mañana siguiente, me despierto gracias a los rayos de sol, cosa que se me hace extraña, nunca dejo la ventana abierta

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A la mañana siguiente, me despierto gracias a los rayos de sol, cosa que se me hace extraña, nunca dejo la ventana abierta. Me siento en la cama mientras me froto los ojos y segundos después la puerta se abre y sonrío cuando veo quien pasa por la puerta con una bandeja en sus manos.

Ahora comprendo porque mi ventana está abierta. ¡Min está aquí!

— Buenos días, mi amor hermoso. ¿Cómo has amanecido? ¿Qué tal has dormido? ¿Te sientes bien? —

Río ante tantas preguntas.

— Buenos días, cariño. Está todo perfecto, todo bien. — ambos sonreímos — ¿Qué haces aquí? ¿Viniste para acompañarme al médico? — le pregunto.

— Desgraciadamente no, hoy no puedo faltar a la oficina. Te traje desayuno. — pone la bandeja en mis piernas y sonrío.

— ¿Los problemas persisten? — pregunto preocupada.

— Sí, mi amor, y tengo que pararlos lo antes posible, odio los imprevistos. De igual manera, Lee te está esperando para acompañarte, así que nos vemos en la noche, ¿Está bien? —

— Está bien. — ambos sonreímos.

Mi amor se acerca y besa mi frente para luego besar mis labios. Al separarnos me mira.

— Suerte. — me da un último beso y se marcha.

Me concentro desayunar y en cuanto termino me pongo de pie y voy al baño, cepillo mis dientes, me baño y luego voy al vestidor.

Me pongo un simple pantalón de mezclilla y camiseta blanca y tomo un bolso, donde entro cosas necesarias o más bien, las que creo que serán necesarias. En lo pies me pongo unas zapatillas con tacón.

Mi pelo lo dejo suelto, me maquillo de forma sencilla y al terminar, bajo al comedor donde me espera Lee.

— Buenos días, Aitana, ¿Qué tal has dormido? —

— Buenos días, Stella, todo bien, ¿Y tú? —

— Bien. — ambas sonreímos.

— ¿Y Park? — le pregunto.

— Se fue temprano, según dijo tiene cosas importantes que hacer en la estación. — dijo con la boca llena.

La miré mal.

— ¿Por qué me miras así? — pregunta confundida.

— Lee, por Dios, no comas con la boca llena. — ambas reímos.

— Tú lo haces. — dice mirándome mal.

Me encojo de hombros y me siento en frente de ella, mientras espero que termine.

Ser tu mamáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora