Capítulo 11

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Drew pasó por la nieve, tiritando mientras que la rozó un frío viento. Caminó por el pequeño declive que llevaba al granero. Delante, la tierra comenzaba a bajar, testimonio a las montañas que había cerca. En el horizonte, cumbres cubiertas de nieve se elevaban hacia el cielo. El mundo era blanco a su alrededor.

Su respiración creaba nubes de humo, mientras daba los últimos pasos hasta la puerta del granero. Entró, disfrutando del calor que la saludaba.

Había ocho caballerizas, de cada lado del granero. Detrás, había una amplia zona abierta, donde había muchas pilas de heno. Joey salió de una caballeriza, trayendo un caballo por las riendas.

Miró en su dirección.

—He ensillado el tuyo, coge las riendas mientras ensillo al mío y salimos—

Drew se adelantó y tomó las riendas de Joey.

Joey le señaló.

—Lleva el caballo hasta allí y espérame—

Drew se movió y el caballo la siguió obediente. Mientras esperaba a Joey, acarició el cuello de la yegua. Era una belleza. Ojos gentiles. La cabeza se le mecía apreciativa, mientras Drew le acariciaba las crines.

Unos segundos más tarde, vino Joey con su montura.

—¿Estás lista?—

Drew asintió. Mientras Joey caminaba por delante de ella, miró apreciativamente su cuerpo. Maldita sea, el hombre llenaba un par de vaqueros como ninguno. Parecía extremadamente masculino con su abrigo forrado, Stetson y botas. Y su trasero. ¿Qué podía decir sobre un hombre qué tenía un pene qué imploraba ser tocado, acariciado y apretado?

Apretó las piernas y caminó. Estaba llena de hormonas. ¿Pero quién podría culparla después de la noche anterior? Sus mejillas se enrojecieron cuando recordó todo lo que hicieron. No podía esperar a volver a hacerlo.

—¿Necesitas de ayuda para montar? —preguntó Joey, cerca de su oreja.

Saltó y miró alrededor. ¡Maldición! Ni siquiera se dio cuenta que salieron. Es difícil darse cuenta del frío, cuando tu cuerpo estaba ardiendo.

Suspiró y miró su yegua. Ella era menuda y había mucho hasta la montura. Echó un vistazo a Joey. Él le sonrió ampliamente y en un rápido movimiento, envolvió sus grandes manos alrededor de su cintura y la alzó fácilmente.

—Misty es una buena montura. Me seguirá, así que no tienes que preocuparte. Solo disfruta—dijo Joey.

Ella le sonrió. Su mano se demoró en la pierna, a la que apretó antes de montar su propio caballo.

Escogieron su camino a través de la nieve, por delante de la cabaña. Drew miró la cabaña. Estaba totalmente escondida en las montañas, como si los hermanos la hubieran tallado de la propia montaña. La nieve cubría el tejado y salía humo de la chimenea de piedra. Parecía una escena sacada de una tarjeta postal. Y ahora era su casa.

Su pecho se apretó y ella tuvo el absurdo impulso de reírse como un niño en una tienda de dulces. Casa.

La vida era una extraña cadena de ironías. Lo aprendió bastante rápido. Solamente con la muerte de sus sueños, los encontró.

¿Pero funcionaría?

Una sombra de duda arruinó su alegría. Pensó que Danny era la respuesta a sus sueños. Rico, aparentemente enamorado de ella, protector. El hombre de los sueños de cualquier joven. O pesadillas.

¿Volvía a hacer el mismo error? No pensó en la decisión de casarse con Danny y se quemó.

Frunció el ceño. ¿Si no hubiera existido Danny, si no habría necesitado desesperadamente un lugar en donde esconderse, habría conocido a los hermanos y lo qué ofrecían?

Enamorada de Tres Hermanos [NKOTB]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora