Capítulo 19

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Drew cerró los ojos mientras Jonathan lavaba suavemente su cuerpo bajo el agua caliente de la ducha. Él la besó y chupó entre un masaje y otro hasta que ella casi enloqueció de placer.

Cuando las manos se deslizaron entre sus piernas, alejando los suaves pliegues circundantes de su clítoris, su entero abdomen se estremeció y endureció. Corrió los dedos por los pliegues, masajeando el clítoris, mientras enjabonaba suavemente los rizos.

—Por favor—imploró ella.

—¿Por favor qué?—preguntó él, moviendo la mano.

—¡Oh Dios, no pares!—

Él se rio y cerró el grifo. Salió de la ducha, y ella miró la forma como el agua se deslizaba por el cuerpo musculoso.

Deprisa, él se envolvió con una toalla y se volvió. Envolvió una grande toalla alrededor de su cuerpo y la sacó de la ducha. Secó su piel y su pelo, después dejó la toalla al lado, dejándola desnuda delante de él.

Envolvió las grandes manos alrededor su cintura y la alzó sobre el lavabo. Lo miró con sorpresa, mientras que él separaba suavemente sus piernas, tocando su culo con las manos y los ojos.

—Hace algún tiempo que quiero hacer esto—dijo, cuando alcanzó una bolsa con artículos de toilette.

Ella lo miro fascinada cuando él saco una navaja y un pequeño bote de crema de afeitar.

—Solo el pensar de ver tu coño todo rosado y desnudo, liso y suave... me deja duro —dijo en voz ronca.

Ella tembló, pequeños escalofríos golpeaban sus puntos en su piel.

Él deslizó un dedo en su centro mojado, entonces lo movió hacia arriba, dividiendo sus pliegues. Después, bajó la cabeza y chupó su clítoris.

Ella casi se cayó del lavabo, el cuerpo convulsionando fuera de control, cuando la sensación se disparó por su barriga.

Él se irguió y gimió.

—Eres tan malo—se quejó ella.

Él se rio, después mojó el pincel en el lavabo. Cerró los ojos y se apoyó contra el espejo, cuando él empezó a aplicar la crema en su coño.

Los golpes eran excitantes, cada uno haciendo que los dientes se presionaran un poco más fuertes. Inquieto, suave, no duro, pero lo suficiente para hacerla alcanzar el clímax, cada toque la dejaba más loca de lujuria.

Varios tortuosos minutos más tarde, él se alejó. Corrió un dedo por la piel desnuda y murmuró su satisfacción.

—Jordan y Joey van a estar muy contentos—dijo.

—¿Y tú?—preguntó suavemente.

—Oh cariño, no podría estar más contento contigo—

Él la agarró, la sacó de encima del lavabo y la llevó a la sala de la suite.

Jordan y Joey estaban sentados en el sofá. Desnudos. Mirándola, parecían absolutamente deliciosos, quería correr la lengua por encima de aquellos cuerpos.

Y entonces se asustó. Debía estar soñando. Nada de esto era real.

Despertaría en algunas horas, de vuelta en el desorden que era su vida, inundada de sudor por el sueño más maravilloso que jamás tendría en la vida. Deprimida porque todo era una fantasía.

Jordan debió haber visto el desánimo en su rostro. Sus ojos ensombrecieron preocupados.

—¿Qué te preocupa, muñeca?—

Enamorada de Tres Hermanos [NKOTB]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora