Capítulo 34

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Los días se volvieron semanas, las visitas y salidas, algo más cotidiano, a ella no le interesaba dejar toda esa felicidad que Peeta le brindaba, ni por tantas chicas que le quisieran, ni porque la gente pensara que ella no era suficiente para él, cada vez que ella le veía sonreír, algo en su corazón parecía querer estallar en fragmentos que amenazaban con derrumbarla, no soltaría a Peeta en ningún momento y ella esperaba que él tampoco quisiera alejarse de ella.

Lo único que comenzaba a evitar sus salidas era la lluvia, verano comenzaba a dar sus primeras lluvias y con esa estación del año también se avecinaba la graduación y con ella muchas decisiones que ella no se sentía preparada para tomar, sus abuelos y ella, habían realizado todos los trámites para que ella estudiara en una de las mejores universidades en Toronto en un lejano Canadá, donde le esperaba sus abuelos, los padres de Alma, con tanto dinero que a Katniss le parecía demasiado, pero que sin lugar a dudas parecía más prometedor que esperar a que un día Alma la volviera loca.
Con todas esas lluvias ella tenía que cancelar ciertos planes con Peeta porque él no quería que ella se enfermara de gripe, a ella le parecía muy tonto, pero siempre había mucha preocupación por parte de él, que ella no podía decirle que no a sus nobles suplicas, ambos adolescentes se la pasaban realizando demasiadas llamadas telefónicas en esos días que no podían reunirse por los aguaceros que azotaban la ciudad.

-No me voy a enfermar de una enfermedad mortal por salir al cine en un día de lluvia –argumentaba Katniss, mientras mantenía su rostro pegado contra la ventana de su habitación y veía las gotas de lluvia pegar con insistencia contra el cristal, retumbaban las paredes con el sonido de los truenos que habían impactado a kilómetros de distancia.

-Cualquier argumento que puedas brindarme es claramente denegado por mí cada vez que escucho esos truenos y veo como esos relámpagos iluminan mi habitación –le decía él, para que ella desistiera de salir entre toda esa lluvia.

-Parece que Peeta Mellark tiene miedo de una ligera llovizna –dijo Katniss en un tono burlón.

-No tengo miedo alguno, trato de evitar que no enfermes.

-De lo único de lo que puedo enfermarme es de aburrimiento, así que si no vienes, yo tendré que ir por ti.

-No te atrevas, te vas a empapar –dijo el asustado, pero ella ya comenzaba a tomar un suéter y estaba dispuesta a ir a verle, no podía conformarse con simplemente escucharle hablar por el teléfono, así terminara enferma por mojarse en la lluvia.

-No te muevas Katniss, has ganado, iré a verte antes de que emprendáis un viaje en medio de la lluvia hasta acá, espera ahí.

Peeta tomo las llaves del auto de su padre y salió sin previo aviso a ver a Katniss, no tenía idea de que podrían hacer con el clima así, pero necesitaba verla, y el que ella fuera transbordando en transporte público hasta su casa no era una opción.
Al estacionar, la lluvia ya no era tan intensa, así que pudo cruzar el jardín de la casa de Katniss hasta llegar a su porche sin terminar con la ropa completamente húmeda. Ni siquiera tuvo que tocar, ella le abrió la puerta, le esperaba con una toalla seca para que pudiera secarse el cabello y el rostro, acto seguido ella le dio un besito rápido en la mejilla a modo de saludo, a pesar del frío ambos se ruborizaron, aquellos actos tan insignificantes les ponían bastantes nerviosos, a pesar de toda la confianza que mantenían. Katniss tuvo que tratar de darle un arreglo a su casa, después de que el chico avisara que iría a verla, a pesar de que Katniss siempre trataba de mantener la casa lo más decentemente limpia posible, bastaba que su madre pasara por ahí para que dejara todo fuera de su lugar, vestidos sucios en el suelo, platos con comida sin terminar, colillas de cigarrillos por doquier, y muchos más descuidos, afortunadamente esas tardes lluviosas Alma Coin las solía pasar con un nuevo amante, así que no molestaba a Katniss, al menos hasta que su nuevo noviecillo se hartarse y la dejase y Alma se muriese en la depresión y el alcohol, encerrada, hasta que se consiguiese a alguien nuevo con quien pasar sus noches, un estilo de vida que a Katniss le había valido demasiados traumas, una situación que había aprendido a sobrellevar con los años e incluso le había hecho a madurar.

©Eres Mi Salvación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora