Capítulo 4

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Annie Mellark, de 15 años de edad, estaba terminando de ducharse, cuando escuchó como la puerta principal de su casa se abría y luego se volvia a cerrar. »Es Peeta« pensó.

Se vistío con su pijama que consistía en un pans desgastado color blanco y una playera ligera color rosa, con un corazón estampado.

Sus padres no tardarían en llegar y al día siguiente sería Domingo, así que podría desvelarse con libertad.

Se acostó en su cama. En su buro se hallaba una novela de Romance Juvenil, que su mejor amiga le había prestado. La novela trataba sobre una chica buena que se sentía atraída por un chico que durante las noches se ganaba la vida asistiendo a peleas y por la mañana seducía mujeres, la protagonista hacía una apuesta con él y quien perdiera tendría que sufrir un castigo durante un mes, él quedarse sin sexo y ella vivir con él durante ese mismo lapso.

Annie, se pregunto, si algún día ella viviría un romance, con Finnick Odair, el mejor amigo de su hermano, se ruborizó de tan solo imaginarlo, soltó un suspiro.

Peeta, conocío a Finnick al iniciar la preparatoria. Finnick comenzó a ir con frecuencia a su casa. Annie, no creía que Finnick se fijara en ella, en aquel entonces Annie tenía 13 y él 15 años.

A pesar de que se llevaban un par de años, Finnick en cada visita a casa de los Mellark conversaba con Annie, le hacía bromas amables, hasta incluso cuando Annie estaba distraída Finnick la miraba. El flechazo fue inmediato. Ahora que ambos se veían todos los días en la preparatoria, Annie albergaba las esperanzas de que Finnick le pidiera una cita.

Los pensamientos de la chica fuerón, interrumpidos por voces, Annie creyo que quiza Peeta estaba viendo televisión, Se concentro en su lectura, pero las voces volvierón, convertidas en gritos y más tarde en gemidos. Dejo la novela con sumo cuidado en su buro, se calzó unas pantuflas rosas y con cautela salío de su habitación. Conforme más avanzaba por el pasillo, los ruidos se hacían más intensos, se sorprendío al descubrír que los ruidos provenían de la habitación de su hermano mayor Peeta.

-¿Y? No sere la única que ande por ahí a altas horas de la noche semidesnuda -la voz no provenia de la televisión. Era la voz de una chica.

-Te vas a lastimar... -esa era la voz de Peeta. Annie, se acerco más a la puerta, para escuchar mejor.

-¡CARAJO! -aquella voz de mujer gritó con fuerza, Annie muerta de Curiosidad, giró el pomo y entró a la habitación de Peeta.

-Peeta ¿De dónde vienen esos gri...-intento decir pero lo que encontró dentro, la dejo con la boca abierta.

En la cama de su hermano yacía una chica de piel bronceada, de cabello castaño alborotado y unos ojos grises bastante hermosos. Lo que sorprendío a Annie era, que la chica solo llevaba una blusa, sus piernas las llevaba al desnudo, y Peeta estaba inclinado tocandole las piernas.

Peeta su hermano estaba a punto de follarse a una chica.

-Annie, no es lo que piensas -dijo Peeta rapidamente.

La chica castaña, la miraba con perplejidad.

-Disculpame Peeta, sigue con lo tuyo pero... -Annie no sabía como llamar a lo que estaba presenciando. -¡Por favor! ¡Cierra la puerta, si vas a follar!

Annie cerró la puerta con fuerza y regresó a su habitación, muerta de la vergüenza.

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-Sueltame ya -dijo furiosa Katniss, tratando de salir de la habitación de Peeta.

-No te dejare ir -Peeta sostenía a Katniss de la muñeca, evitando que ella se marchara-. Estas lastimada del tobillo.

©Eres Mi Salvación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora