Capítulo 30

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Tras un montón de conversaciones telefónicas, y muchos mensajes de texto, Annie pudo convencer a Katniss de no cancelar la cena que su familia estaba organizando para ella.
La idea de estar en casa de Peeta otra vez le causaba muchas emociones. Pues sus padres no conocían el verdadero motivo por el cual ella había llegado ahí semanas atrás, aquella noche donde su vida había cambiado por completo, ellos inventaron una historia totalmente diferente, por lo cual tanto Plutarch como Effie, tenían una idea totalemente equivocada de lo que realmente ocurrió, lo cual mortificaba a Katniss, pues no podría sentirse comoda frente a ellos, a sabiendas de que no conocían las razones por las cuales había terminado ahí.

-Joder el olor de tu perfume me provoca nauseas -dijo Alma quien acababa de entrar a la cocina donde Katniss aguardaba nerviosa por la llegada de Peeta, se suponía que Alma no estaría en casa, Katniss estaba casi segura de haberla escuchado salir por la mañana, sin embargo, estaba ahí frente a ella, vestida únicamente por una desgastada bata, su maltratado cabello iba sujeto en un chongo, tenía unas ojeras enormes que la hacían lucir realmente horrenda.

-No recuerdo haber pedido tu opinión -contestó a la defensiva, ella no estaba de humor para tolerar las palabras llenas de veneno de su madre.

-Bueno, es que es desagradable aquel olor tuyo, pero no me sorprende viniendo de alguien como tú -su madre fingió tener arcadas, como si realmente fuera a vomitar.

Katniss decidida a no caer en sus juegos, decidió levantarse y tomar sus cosas, no quería verse envuelta en una discusión con una persona tan inmadura como su madre, tampoco toleraba la idea que Peeta pudiese llegar y encontrarla ahí, Alma buscaría la forma de arruinar las cosas, además aún recordaba las miradas tan descaradas que Alma le había lanzado aquella vez que él estuvo cenando con ellas con el fin de conseguir su autorización para ir a la fiesta de Rue. Su madre tenía serios problemas, cometía muchos errores, era un ser humano toxico que no buscaba otra cosa más que encontrar la manera exacta de dañar a los demás, Katniss quería tanto a Peeta, que no iba a permitir que su madre lo acechara.

-Tú tampoco hueles muy bien que digamos, deberías tomarte una ducha, te ves bastante acabada mamá -le dio la espalda, pero a pesar de ello, pudo sentir como Alma estallaba en cólera. Katniss abrió la puerta de su casa, pues sabía que con lo que había dicho era suficiente para brindarle a su madre una cucharada de su propia medicina.

Enojada y dispuesta a no mantener una conversación amarga con su madre, optó por salir de casa y encontrar a Peeta más adelante, si no lo encontraba cerca, iría a la ciudad a merodear un rato, hasta que Alma decidiera salir de juerga o callera dormida por una borrachera o algo parecido, su madre podía mantenerse dormida por varias horas, así Katniss podría regresar a casa, sin tener que seguir soportando aquellos malos tratos, que no hacían más que perjudicarla.
Pero Alma no estaba preparada para darse por vencida, así que salió tras ella y se mantuvo durante un rato en el porche.

-Tendrás que regresar Katniss y en ese momento verás que conmigo no tienes que comportarte así, soy tu madre por más que no te guste.

A pesar de saber que su madre iba tras ella dando fuertes gritos y lanzando maldiciones ella siguió caminando, no se detuvo, Alma tarde temprano se cansó y terminó regresando a casa, eso le dió por primera vez a Katniss de haber podido dejar a su madre sin el poder de humillarla, quizá así debería tratar a Alma a partir de ahora, restarle importancia y dejar de prestarle atención a una mujer que claramente no tenía una cabeza del todo cuerda.
Mientras avanzaba por la acera, la idea de la cena con los Mellark la entusiasmaba un poco, ellos si que eran una familia de verdad, a diferencia de lo que Katniss tenía, ni siquiera podía llamar familia a aquello.

Caminaba a un paso rápido, necesitaba poner la mayor distancia entre su madre y ella, solo se detuvo cuando el auto del padre Peeta se detuvo a lado de ella.

©Eres Mi Salvación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora