Capítulo 2

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Peeta Mellark, había quedado de reunirse en casa de Finnick Odair, uno de sus mejores amigos y delantero en el equipo de fútbol, en el instituto.

Ambos se sentarón en el gran sofá rojo de la casa de Finnick. El partido fue reñido, ambos muchachos tirarón unas buenas palabrotas al televisor.

Al final del partido, el equipo al que los chicos apoyaban obtuvo la victoria.

Cuando Peeta comenzo a recoger sus cosas para marcharse, Finnick lo detuvo.

-¿Tengo alguna oportunidad?- pregunto Finnick, poniendole una mano en el hombro.

Peeta asustado dijo:

-¡No soy Gay!

-No estupido, hablo de si tengo alguna oportunidad con tú hermana- dijo, poniendose rojo.

-¿Annie?-

-¿Tienes otra hermana?- añadio el ironico.

Peeta sorprendido por la mensión de su hermana. No sabía que decir.

-Le gustas, eso es obvio- comento Peeta sonriendo.- se la pasa hablando de ti, esta muy ilucionada.

Finnick, parecia emocionado.

-Eso quiere decir ¿Qué si tengo esperanzas?

-Si- Peeta suspiro cuando lo dijo y luego añadío.- Solo no la lastimes. Tomala enserio, porque si no te patéo el culo ¿Oíste Odair?

-Si, Te juro que lo mio con Annie va enserio. La quiero mucho, a pesar que le llevo 2 años.

Peeta asintío, miro su movil 10:30 pm. Tenía que irse. Su padre y su madre salierón a cenar y por esa razón no traía el auto de su padre. Así que tendría que marchar a pie.

Finnick y él se despidierón en el porche, despúes Finnick cerró la puerta y Peeta comenzó a andar en dirección a su casa.

En todos los pensamientos de Peeta, solo encontraba imagenes de Annie y Finnick juntos. Peeta aún se imaginaba a Annie, como una niña, jugando a ser princesa, y cantando canciones de Barney. Sin embargo Annie, ya había cumplido los 15 años y acaba de ingresar a la preparatoria.

Mientras caminaba, pensaba en la escuela y las finales del equipo de Futbol.

Peeta Mellark, era el chico guapo de la escuela. Rubio, alto, buen físico y unos ojos azules, las pretendientes le sobraban. También era amable, caballeroso, educado y sobresaliente en sus calificaciones, Además era capitán del equipo de fútbol del instituto. Era perfecto para cualquier chica.

Sin embargo, para él ninguna era lo que él buscaba. Peeta a sus 17 años, casi 18, no había tenido una relación seria. Podía contar 4 novias y ninguna pasó del mes de relación.

En sus sueños se visualizaba a él con su otra mitad, aquella chica humilde, con tema de conversación, y guapa, sin llegar a ser arrogante.

Cuando volvió en si, le faltaba poco para llegar a casa. Estaba a punto de cruzar la calle, cuando escuchó el repiqueteo de unos tacones corriendo hacía él. Al voltear a lado visualizo a una mujer corriendo en su dirección, fue demasiado tarde, cuando intento detenerla. La chica chocó contra él y cayo al piso.

Peeta recupero el equilibrio y vio como la chica se lastimó en las rodillas, cuando impactó en el suelo.

La chica golpeo fuertemente sus nudillos en el piso, con furia.

Peeta la miró con preocupación, se arrodillo a su lado para ayudarla y por primera vez la chica lo miró a los ojos, Peeta se quedo embobado.

Tenía unos hermosos ojos grises, pudo adimirar su piel algo bronceada, a pesar de la escasa luz que brindaba la lampara de la calle, un perfecto cabello castaño le caía sobre los hombros, no llevaba maquillaje, solo un poco de delineador, le adornaba los ojos.

-Lo si...en...to...Mu...cho- tartamudeó Peeta.

-No te disculpes, fue mi culpa, soy una estupida- dijo. La chica se levanto, y Peeta vio el fuerte raspón de ambas rodillas. Comenzo a caminar, pero cuando dío el segundo paso, uno de sus altos tacones se rompío, doblandole el tobillo.

-¡MIERDA!- gimío y cayo al piso. Peeta fue en su ayuda, rogando que la chica aceptara su ayuda.

-Dejame ayudarte.

-¡NO!, ya hiciste mucho al ponerte en mi camino y tirarme al suelo- grito furiosa.

-Te lastimaste el tobillo- insistió él.

-¿Enserio? ¿Piensas curarlo? ¿Eres doctor?- dijo con ironía.

-No, pero mi padre sí, Solo dejame ayudarte- replíco. la chica no hizo caso y se puso de pie otra vez.

-¡VETE AL CARAJO! ¡ERES UN DESCONOCIDO- grito llena de rabia. La chica intento ser fuerte y caminar, pero tan solo ponerse de pie, sintió un gran dolor y cayo al piso por tercera vez, ésta vez la chica comenzó a llorar frustrada.

-Confía en mi, Mi casa esta cerca te llevare para curarte el tobillo. Te lo debo, por tirarte.

-¡Solo vete!- dijo llorosa, haciendole que el delineador, se le corriera.

Peeta, sin preguntarselo, se inclino, para cargarla y llevarla en brazos.

La chica comenzo a patalear, Peeta percibío olor a alcohol.

-¡Suéltame!- suplicaba, pero Peeta la estrecho más contra él.

Comenzó a andar, para ir a su casa, con la chica en brazos, al fin ella parecio rendirse y se dejo llevar.

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Aqui esta el #2

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