XII

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La noche del nuevo intento de boda llegó, algunos invitados habían regresado y otros habían decidido no ir por miedo a perecer en otro imprevisto ataque lejos de sus Comunidades.

Zee daba vueltas alrededor de su habitación, entonces Janis tocó a su puerta y entró para hablarle y hacerle compañía mientras la novia aún estaba preparándose.

-¿Otra vez esa cara hermano?-preguntó al verlo molesto y con el ceño fruncido-...eres el rey y si no quieres hacerlo no lo hagas... Cambia las leyes.

-Crees que si pudiera no lo habría hecho, hermana

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-Crees que si pudiera no lo habría hecho, hermana....Los miembros del Consejo no ceden y alegan que es lo mejor para nuestra Comunidad.

La vampiresa se acercó y frunció el ceño.

-Te ves distinto-...en tu negativa hay sufrimiento y tristeza, ¿qué es lo que pasa?.

El rey resopló.

-Que no quiero, eso es lo que pasa...tengo que casarme con alguien a quién no amo.

Janis rió.

-¿Desde cuando sabemos que es el amor, hermano?... Follatela y ya está... Comparte con ella el gozo de la carne, nunca te había detenido eso.

Zee suspiró mirando la oscuridad de la noche desde su gran ventanal-...Antes estaba resignado pues creí que ella me haría sentir pero no es así...alguien me lo ha hecho ver, aunque es un imposible.

Su hermana lo miró curiosa.

-No me digas que te has enamorado de alguna de las sirvientas a las que te tiras- susurró esta bajando el volumen y acercándose a él.

-No, ¿cómo crees?... Ha sido otra criatura pero es imposible... Aún así, yo no quiero esto... No quiero vivir resignado con una vampira con la que follar toda la eternidad... Eso ya lo tenía, yo quiero sentir... quiero amor.

-Vaya hermano, quién te escuchase no te reconocería... No pareces al temible y sanguinario rey, al que todos están acostumbrados...Ni siquiera yo sabía que te interesaba el amor, ni tampoco sabía que lo supieras lo que es.

Este resopló nuevamente.

-No no lo sé pero tengo el ligero recuerdo de ver a nuestros padres así... Quiero sentirme igual a ellos pero tengo que cumplir con esta maldita ley, que me hará un desgraciado por toda la eternidad.

Unos toques en la puerta hicieron que los dos hermanos terminasen su conversación pues enseguida entró el jefe de los guardianes.

-La princesa ya está lista mi rey.... Puede dar comienzo la ceremonia en cuanto usted lo ordene-habló Pangpond sin dejar de sentirse inquieto ante la presencia de su princesa.

 Puede dar comienzo la ceremonia en cuanto usted lo ordene-habló Pangpond sin dejar de sentirse inquieto ante la presencia de su princesa

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Zee miró a su hermana y suspiró resignado, entonces asintió y el guardián haciendo un gesto de obediencia volvió a salir por la puerta.

-El momento ha llegado, hermano

-Si, el camino a mí desaparición está por comenzar.

Mientras en el gran salón, todos los presentes estaban ansiosos por ver a los novios unir sus eternidades y esperaban que esta vez todo saliese acorde a la ley y que su rey al fin tuviese una esposa a su lado.

Zee llegó con su hermana del brazo y todos hicieron una reverencia mientas caminaban hacia el altar, aguardando para que diese comienzo la ceremonia.

Poco después, se escuchó la música nupcial que anunciaba la llegada de la novia.

La futura reina estaba igual de hermosa que en la primera vez que apareció en el gran salón junto a su orgulloso padre, solo que esta vez el joven monarca sentía que a cada paso que ella daba, él más y un más se hundía en un pozo de amargura que lo inundaba.

El anciano del Consejo que oficiaba la ceremonia habló de la unión, del compromiso y el apoyo mutuo de las familias, mientras que este solo podía pensar en que ojalá los licántropos volviesen para atacarlos y así la boda se interrumpiera de nuevo.

Era un pensamiento muy egoísta de su parte pero prefería un ataque, a tener que unir su eternidad con la sonriente vampira que permanecía de pie a su lado.

Pero finalmente nada de eso ocurrió y entonces llegó el momento en el que los dos esposos debían cortar una de sus muñecas y unirlas para simbolizar la unión de sus sangres y de sus Comunidades vampíricas.

Cuándo todo esto irremediablemente ocurrió, los invitados felicitaron a los recién casados y salieron del gran salón, entonces la sangre corrió como ríos caudalosos, mientras el rey sentado en su gran sillón, asentía cortésmente aunque por dentro estaba borracho de sangre.

Había perdido la oportunidad de llenar su existencia con más de esas sensaciones que el pequeño híbrido había despertado en él.

Hubiese querido probar y llegar a alcanzar la cima de la felicidad y sentir amor pleno.

-Mi rey estoy dispuesta... podemos ir a nuestros aposentos en cuando dispongais- dijo su servicial esposa seductoramente en su oído.

Este asintió y se levantó aburrido de la fiesta, entonces la cogió por la mano y la llevó por los pasillos mientras esta iba meneando sus caderas.

Al llegar al lecho, este se tumbó y se quedó mirando hacía arriba sin hacer nada, entonces la vampira furiosa golpeó su pecho para que la atendiese y la tomase pero tan solo consiguió que el vampiro se girase sin hacerle ni el menor caso.

Ella quería su noche de bodas pues su padre la había obligado a casarse con aquel poderoso vampiro y le había hecho prometer que engedraría un heredero del rey pero este la estaba despreciado.

-Muy bien mi rey, si tú no engendras a tu hijo, otro lo hará- susurró mientras se bajaba de la cama y salía de allí sin mirar atrás-... me buscaré alguien con quien cumplir el propósito de mi padre.

11. Vampiros -Zaintsee -TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora