XI

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Zee se levantó muy nervioso en la noche siguiente, había estado todo el día en la oscuridad de su habitación pensando en que iba a decirle al anciano padre de su prometida.

No sentía ni mucho menos la necesidad de casarse, aunque antes tampoco la había sentido pero había accedido por orden del Consejo y las leyes de su Comunidad.

Quizás era porque él creía que solo, se bastaba para gobernar o también podía ser que no había podido quitarse al pequeño híbrido de la cabeza.

Realmente sabía que era una locura pero ahora menos que nunca, quería pasarse la eternidad con una vampira a la que no amaba.

En la reunión con el Consejo que se celebró esa noche horas después, el rey planteó la situación pero sus consejeros no estuvieron de acuerdo.

...-Las leyes son claras mi rey...debes tener una reina a tu lado.

-¡He reinado todo este tiempo sin tener una esposa a mi lado!-gritaba ya furioso-.... ¡Puedo seguir haciéndolo perfectamente, no necesito a nadie más!.

-Pero mi rey, no puede hacer ese desprecio a la hermosa princesa y mucho menos a su padre-habló otro de los ancianos-... Él se sentirá muy ofendido y puede declararnos la guerra... Mi rey ya tenemos suficientes enemigos ¿no cree?.

-¡Pues hablaré con él!. ¡Debe entenderlo!.-les gritó nuevamente.

-El duque del Norte ha ofrecido a su hija como muestra de fidelidad a usted mi rey y a nuestra Comunidad-dijo otro consejero queriendo hacerlo recapacitar -..Seguro albergará esperanzas de recibir tus favores por derecho.... Si lo rechaza, perderemos un gran aliado con un de gran ejército.

Zee lo llevó a votación y ganó el respetar las leyes, por lo que sin remedio tendría que desposarse con la princesa del Norte, aún en contra de su voluntad.

Este salió del salón de reuniones muy enfadado pero la mayoría había hablado y no tenía más remedio que cumplirlo.

Unas noches atrás no le había importado, de hecho estaba resignado a desposarse pero ahora ya no era lo mismo, algo había cambiado.

Había sentido cosas por el extraño híbrido que eran nuevas para él y aunque sabía que no iban a llegar a nada, ahora creía que podía encontrar a su pareja amada y no casarse con una princesa cualquiera, la cual no le hacía sentir más que una mera obligación.

Finalmente, este se reunió con el Duque del Norte y con su hija para así comunicarles que la boda seguía en pie y se celebraría la noche siguiente.

Debían volver a reunir a todos los invitados, ya que algunos habían regresado a sus Comunidades a primera hora del anochecer del día anterior y otros se habían ido tan solo unas horas antes de esa misma noche.

El anciano estaba encantado pues en su interior había temido que ya la boda no se celebraría y entonces perdería los beneficios por ser el suegro del rey más poderoso de todos.

Así que muy satisfecho por saber la noticia, estrechó la mano de Zee con una sonrisa, al contrario que esté, que lejos de sentirse satisfecho por dentro, estaba lleno de tristeza.

Así que muy satisfecho por saber la noticia, estrechó la mano de Zee con una sonrisa, al contrario que esté, que lejos de sentirse satisfecho por dentro, estaba lleno de tristeza

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(...)

A mucha distancia de allí, en otras tierras, los enemigos preparaban un nuevo ataque para intentar una vez más arrebatar al fin el trono a los Pruk y apoderarse de él.

Habían oído hablar del fracaso de los licántropos pero que estos le habían hecho perder bastantes soldados y aliados al rey, por lo que creían que la Comunidad estaría más desprotegida y entonces era un momento idóneo.

Singto y Krist, eran los más crueles y sanguinarios, al igual que sus vástagos y sus lacayos pues carecían de autocontrol y solo tenían ansias de poder y de derramamiento de sangre.

Max y Tul eran de una pequeña Comunidad y también eran otros que envidiaban a lo reyes y ansiaban poder.

....-Esta noche será nuestra oportunidad, terminaremos con ellos y con su engreído rey- Habló Singto-... ¡su Comunidad será nuestra!.

Todos los demás lo victorearon.

-¡Siiii...!, ¡Siiiii....!, ¡Acabaremos con ellos!

Entre tanto, en las profundidades de las alcantarillas y a solas, Saint corría libre probando su nuevo estado

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Entre tanto, en las profundidades de las alcantarillas y a solas, Saint corría libre probando su nuevo estado.

Ser un híbrido era genial pues tenía una superfuerza, un audad oído y además una increíble visión.

Solo había un inconveniente y ese era que desde que había estado con los vampiros ya no podía alimentarse como antes.

Suerte que siempre abundaban las ratas en las cloacas y bebía su sangre hasta dejarla secas, luego las tiraba pues ya su carne no le saciaba.

Al principio se había asustado pues creyó que los licántropos, su familia hasta la fecha, lo rechazaría si sabían en lo que se había convertido o intentarían matarlo pero no había sido así, claro que ellos aún no lo habían visto transformado.

A lo largo de las horas, este se sintió más seguro y poderoso y ya no temió nada, se consideraba igual que los demás o incluso mejor y por lo tanto sus hermanos ya no lo harían verle como el más inútil y débil de los tres.

A lo largo de las horas, este se sintió más seguro y poderoso y ya no temió nada, se consideraba igual que los demás o incluso mejor y por lo tanto sus hermanos ya no lo harían verle como el más inútil y débil de los tres

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11. Vampiros -Zaintsee -TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora