14.

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Felicidad.

Los golpes eran dolorosos, pero se sentía feliz por conocer a un nuevo señor Stark, incluso conoció hasta a su casa. Era raro para Peter ya que ni siquiera había estado en otra casa que no fuese la suya, o si lo estuvo fue hace ya tanto tiempo. Le gustó ver la casa donde su director vivía, le dio otro punto a la confianza cómo él mismo decía.
Además de eso fue muy amable con él, a tal grado de curar sus heridas, algo que ni siquiera su misma madre haría, el señor Stark era como su ángel guardián; que por ningún motivo pensaba perder, no quería y no estaba dispuesto a hacerlo.

Seguía recostado en su cama, y a diferencia de la última vez que había sido golpeado, ahora no había atisbo alguno de querer llorar, por lo contrario, quería sonreír todo el día, y recordaba cada palabra del señor Stark, incluso su sonrisa, ya que para Peter hacer sonreír a alguien era algo tan loco como sacarse la lotería. Pero en realidad si, se ganó la lotería al conocer al señor Stark.
Le dolía el cuerpo incluso, pero daba igual, miedo no tenía, ya que Flash según lo dicho ya no iba a golpearlo más, o eso era lo que creyó, o lo que quería creer. Pero ¿por qué pensar en ese idiota cuando puede pensar en lo maravilloso que fue su día?

Pero en un momento recordó la breve discusión que tuvo con su madre al volver a casa y su sonrisa se desvaneció.

Flashback.

—¿Dónde estabas? —preguntó la mujer con evidentes rastros de ebriedad.

Peter estaba entrando con el rostro golpeado y lo más importante para ella era la hora de llegada, aunque quizá de lo ebria que estaba ni siquiera había notado los golpes.

—¿Qué no es obvio? En el instituto, en las tutorías.

—¿Has visto la hora que es? —dijo la mujer para luego darle un sorbo al líquido que su copa contenía.

Demonios, Peter quería lanzarle esa copa en la cara.

—Si, ya la vi.

—¿Donde estabas?

—Con un amigo.

—¿Imaginario? —se burló la mujer y con esa cara de bromista le dio otro sorbo al trago.

—Al parecer, hoy el alcohol te puso de payasa.

—¡Peter! ¡No me hables así!

—Si, como digas —Peter estuvo a una distancia prudente para que los golpes no fuesen visibles para la mujer.

—¡¿Dónde diablos estabas?! —preguntó la mujer ya molesta porque Peter estaba subiendo las escaleras a su habitación.

—Ahora si te importo; querida madre, creo que debes de saber que ya no soy un maldito niño, sé lo que hago, y si antes ni siquiera fingías por favor no lo hagas ahora, por mí emborrachate lo que quieras pero déjame en paz.

El Director Stark. (Starker)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora