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Regaños y cambios.

Happy en ningún momento le hizo algún comentario a Peter acerca de lo sucedido, ni siquiera abrió la boca en todo el trayecto de regreso a la lujosa casa. Peter agradeció en una nueva ocasión su happy fuese así de callado, que hablaba solamente cuando era necesario, ya qué la que no iba a callarse era su madre si estaba sobria, claro.

Arribaron la casa después de cruzar varias calles, entraron al gran lugar y Peter se dispuso a salir del costoso auto.

—Gracias, Happy— agradeció en una nueva ocasión. 

Happy era muy agradable y cortés, ¿por qué él no podría serlo de vuelta?

El mayor se marchó y Peter entró a su casa.

Entró y notó que como de costumbre la casa estaba más qué solitaria, habian varias revistas y copas de vino regadas en los sofás, era una obvia pista de que su alcohólica madre estuvo ahí.

Vaya qué quería evitarse el disgusto y el regaño, así que viendo que no había nadie y qué su madre seguramente estaba ebria en su habitación él se dirigió a paso apurado al suyo a quizá ver televisión, o a hacer lo que sea que hacía con el móvil o computadora.

Pero sus intenciones se vieron horriblemente frustradas al intentar llegar a su habitación, ya qué su madre estaba bajando –a duras penas– las escaleras.

Oh oh.

—¿Peter? ¿Qué haces aquí?

¿Que no era obvio?
Peter no respondió.

Mary de inmediato supo que era lo que había sucedido, bastaba el silencio de Peter para confirmarlo.

—¿Te echaron de nuevo? —preguntó la mujer ebria, en un tono molesto.

—¿Qué no es obvio? —tenía que decirlo.

—Justo lo que te he dicho esta mañana, no lo puedo creer Peter, a este paso no te van a recibir en ningún otro lugar —tropezó y estuvo a punto se caer al suelo, pero se logró detener.

—Por favor, tenemos dinero para sobornar a cualquiera —se excusó Peter, esta vez nada cortés.
No le gustaba hablarle así a su madre, pero verla ebria le daba tanta rabia que sentía que esa no era su madre, sino su versión más oscura.

—No todo lo puede resolver el dinero.

—Créeme que sé eso mejor que nadie —dijo Peter, ya qué su dinero no pudo regresar ni a su padre ni a su tío Ben—. Pero la mayoría de problemas si los resuelve.

—¿Tan difícil es comportarte y no hacer ninguna estupidez? Peter ya no tienes quince años —dijo la mujer molesta.

—¿Tan difícil es estar sobria? Tienes que dejar de tratarme como un maldito niño entonces —empezó a subir las escaleras más que enojado eufórico—. ¡Déjame en paz! —exclamó antes de meterse a su habitación.

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El cargo de consciencia era muy agotador, y estar en un desacuerdo con la única persona con la qué compartia su mansión era muy enfermizo para Peter.

El Director Stark. (Starker)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora