3.

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Un nuevo comienzo.

Peter ya se encontraba más qué listo para empezar con un nuevo día, era su primer día en aquel lugar, estaba en la sala desayunando cuando su madre bajó, y según la pinta que cargaba era muy notable la fuerte resaca qué de seguro estaba taladrando su cuerpo, además de que iba tocándose la sien, mostrando así un evidente dolor de cabeza.
Se posicionó en la misma mesa donde Peter se alimentaba.

—Buenos dias —saludó la mujer de manera quejumbrosa.

—Buenos días —respondió Peter sin prestarle la suficiente atención.

—¿Que no te habían expulsado? —
preguntó la mujer al observar a Peter arreglado, mientras que se tomaba un vaso de agua para así tratar de aliviar su resaca.

Peter no quería ser grosero, pero tampoco podía hablarle de la más dulce manera después de todo.

—No sé si lo recuerdes, pero hace unos dias fui a visitar mi ahora nueva institución. Hoy es mi primer día —informó Peter tratando de no darle a sus palabras un tono grosero.

—¿Cual? —preguntó la mujer— las posibilidades de encontrar uno eran escasas.

—No las públicas.

¿Se había internado en una institución pública? Que tremenda estupidez.

—¿Vas a estudiar en una institución pública? —preguntó la mujer. ¿Qué clase de manía tenía con preguntar lo obvio?

—Si —se limitó a decir el castaño.

—¿Qué estabas pensando? ¿Sabrás lo que se dirá por ahí? —de nuevo Mary pensando primero en el qué dirán que en la educación y las decisiones de su hijo.

Peter trataba de calmarse pero era imposible no enojarse.

—Por suerte a mi no me importa lo que se "diga por ahí" y pues creo que ya estoy lo suficientemente mayor como para saber lo que hago —aunque lo intentó, no hubo una forma educada de soltar esas palabras, ¿y cómo iba a hacerlo? Si su corazón tenía mucho odio y su boca casi qué por si solo lo escupía todo.

—Está bien, haz lo que quieras, lo que me pregunto es cuanto vas a durar en esa pocilga —los síntomas de una resaca punzante no eran tan buenos, y menos al agregarle una discusión.

—Gracias, pues espero durar mucho más de lo que tú crees, nos vemos, ya me voy —esta vez Peter ni siquiera se despidió de manera formal, no podía hacerlo después de la discusión.

Caminó hasta la puerta, la abrió y pudo observar lo bello que estaba el día, el sol brillaba, el cielo era celeste y todo parecía marchar bien fuera de esa frustrante casa. Cerró la puerta, cerró los ojos, aspiró el fresco y vigorizante aire y se repitió mentalmente qué todos sus problemas se quedarían en esa casa, qué sí podía, podía hacer amigos, y quedarse al fin en ese establecimiento ya qué si, era agotador estar cambiándose de institución constantemente.

Una vez se automotivó –ya que no había quien más lo hiciera– abrió los ojos y se dispuso a enfrentarse a lo que sea que le esperase.

Si debía parecer normal, tenía que actuar normal; y tomando en cuenta que nadie iba a ir en un auto lujoso acompañado del chófer, decidió irse en el autobús.

El Director Stark. (Starker)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora