Capitulo 28: ¿Qué Paso Ayer?

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A la mañana siguiente, en la bonita casa en el que se convocaron a las mejores almas fiesteras que jamás existieron hasta ahorita, era un reverendo mierdero. Empaques de frituras por todo el suelo, ropa de varias personas regadas por donde quiera, cervezas tiradas y mas en las escaleras, en la piscina de aquella residencia flotaba un cuerpo de un chico llamado Antonie Charles, que ni siquiera fue invitado a la fiesta pero ahí estaba. Un tigre de véngala se paseaba por los pasillos de la casa, se veía que tenía hambre pero al ver que el refrigerador estaba abierto y había carne fresca, no dudo en devorarla.

¿Qué diablos paso? Abrí mis ojos pero mis parpados me lo impedían, estaba demasiada ebria, y todavía podía pensar, lo bueno, al querer despertarme lo hice pero un agudo dolor de cabeza me penetro, se sentía sofocante, gruñí de dolor, no sabía lo que paso, ¿Qué paso ayer? No lo sabía, y dudo que a toda la bola de imbéciles que se encuentran allá bajo sepan algo, deben de estar igual que yo o peor. Quise ponerme de pie pero mi cuerpo no podía me obligaba a estar sentada, si intentaba abrir de nuevo los ojos me daba vértigo y unos de esos horribles. Con los ojos cerrados intente buscar mi teléfono pero no lo sentía, busque alrededor de mi en aquella cama desconocida ¿Tan bajo caí? Ni siquiera sabía quién era el dueño de la casa, al ver que no encontraba mi teléfono, abrí los ojos como platos para buscarlo ¡Imposible! No estaba, el vértigo sofocante volvió a mí pero intente ignorarlo.

-¿Buscabas esto, preciosa?- dijo una voz masculina.

Voltee a verlo y solo veía sombras, era una sombra masculina, arrugue la nariz, no sabía quién era pero por el tono en el que me hablaba pude notar que se trataba de Tom o de Albert.

-¿Brittany, me estas escuchando? ¡Yo tengo tu celular!- volvió a decirlo y más fuerte, me irrite.

-¡Te estoy escuchando! ¿Podrías dármelo?- extendí mi brazo.

-Ven por él, pequeña- dijo.

Pequeña, ah, era Albert, hijo de puta.

-No es gracioso Albert, no puedo verte- le dije bastante irritada.

-¿Cómo que no puedes verme? ¿Estás ciega?- dijo en tono preocupado.

-¡Sí! Algo así, por favor no juegues conmigo ¡Dámelo! ¡No estoy de humor!

Al final pude escuchar sus pasos, se acerco a mí, y me dio el teléfono pero intente dárselo para que marcara a Louis.

-¿Para qué quieres a Louis? ¡Me tienes a mí!- dijo.

-Albert basta… ¡basta! Solo llama a Louis quiero que venga a buscarme y que nos lleve a casa, no sé qué diablos voy a hacer, ¡No puedo ver! ¡Solo veo tu puta sombra! ¡SOLO TU PUTA MALDITA PERRA SOMBRA!- Comencé a llorar de la desesperación.

¿No les ha pasado en que se sienten completamente desesperados y que las personas que tienes a tu alrededor no sirvan para nada? En estos momentos me sentía así, la verdad no sabía si estaba vestida, no recordaba nada, pudo a verme pasado muchas cosas de las que yo no tenga conocimiento, tenía miedo, mucho miedo, al poco tiempo dirigiéndome al baño con solo tocar la pared, termine vomitando en el baño y no en la taza, Albert intento ayudarme, marco a Louis y el ingrato vino por nosotros, al igual que Albert no ayudaba mucho, solo hacía preguntas estúpidas.

-¿Su padre sabe esto Srta. Miller?

-No por supuesto que no sabe nada- dije.

-Señorita estoy por acá

-Déjela Louis, despertó ciega- dijo Albert mientras comenzaba a reírse.

-¡NO ES GRACIOSO ALBERT!- grite y comencé a llorar.

Chica Citadina EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora