CAPÍTULO 25

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No tenían otra opción que la de continuar hacia delante. 

El pasillo de la izquierda se difurcaba al otro sentido y los llevaba hacia atrás y tampoco podían ir volver sobre sus pasos porque entonces tardarían un día más en salir de allí. Así que Ginna desató su arma de la correa de la mochila y andaron lentamente hacia el ruido.

Apagó la linterna, prefirió ir a oscuras que ir llamanda la atención, tenían que ser precavidos si quería salir de allí con vida.

A lo largo que andaban hacia delante oían voces, pisadas, gritos, golpes, maldiciones y más cosas aún, pero por el momento no habían visto ningún raro y eso que llevaban una hora ya pasando por aquel sitio.

- ¿Cuántos crees que hay? - Ginna habló susurrando, era demasiado arriesgado hablar en un tono más audible.

- Tienen que haber como mínimo tres, pero seguro que hay más.

Según el mapa ellos estaban a cincuenta metros de la salida y si podían volver a ver la luz del día sin llegar a salir con más heridas sería todo un éxito.

Giraron a la izquierda y vieron desde lo lejos una sombras que se movían.

Después el ruido de pies arrastrándose, gruñidos y respiraciones forzadas se hizo más fuerte, estaban llegando al lugar donde se reunían aquellos raros. Alguien se golpeó contra una pared y hubo una serie de choques amortiguados contra el cemento. 

Empezaron las discusiones y los desesperados intercambios de incoherencias. Oyó un "¡por aquí!" y otro "¡por allá!". Más toses. Uno de ellos tuvo náuseas y escupió de forma violenta, como si estuviera intentando deshacerse de uno o dos órganos. 

Una mujer se rió con tanta demencia que aquel sonido hizo estremecerse a Ginna. Pero esa voz ya la había oído antes, se trataba de la mujer del vestido blanco sin orejas. 

- Están allí. - Señaló Newt hacia delante. - La voz de la mujer que se ha reído es de Selena, la rara de antes.

- ¿Selena? ¿Cómo sabes su nombre?

- Lo dijo aquel tipo, el que iba con ella. La llamó Selena, aunque quizás solo fuera para que rimara con todo lo que decía, bueno eso da igual. Tienen que ser cinco o seis, tenemos que pasar por donde están todos esos raros.

Sabía que tenía razón, su única manera de salir de ese sitio era cruzar por donde estaban todos los raros, pero la pregunta era cómo. Seguramente serían el doble de ellos o incluso más, no podían pelear contra ellos.

Lo más fácil y rápido sería ir en su dirrección y pelear con ellos, pero eso también sería una manera muy estúpida de morir.

Newt se quitó la mochila y empezó a buscar entre sus cosas.

- ¿Cómo tienes el tobillo? 

Después de que el trozo de tejado se desprendiera y aplastara el tobillo de la chica, lo había estando pasando mal a los primeros minutos. Podía andar y al principio ni siquiera intentaba correr porque le dolería demasiado.

Cuando se paraban ella se masajeaba su tobillo y cada vez le dolía menos, ya ni siquiera estaba inchando. No fue nada grave, no era un esguince ni tenía nada roto. Sólo estaba un poco inflamado, y para ese momento la inflamación se había desaparecido del todo.

Incluso a esas alturas ya estaría lista para correr.

- Mejor, ¿qué tienes planeado?

El chico sacó una cuerda muy larga que es encontró el día anterior junto a la brújula y por un lado fue haciendo un nudo hasta que la cuerda quedó atada de forma circular.

Las Pruebas, Grupo CDonde viven las historias. Descúbrelo ahora