El nuevo emperador se alzó imponente como el mismo sol sobre el imperio incaico. Este joven de sangre real salió del Templo del Sol, en su natal Cuzco, ataviado con los ropajes ceremoniales para saludar a los súbitos y así concluir su coronación.
El día había amanecido esplendido. El dios del sol parecía contento con la coronación del nuevo emperador, al igual que todo el pueblo mostraba su entusiasmo por medio de alabanzas. Sin embargo, este nuevo comienzo trajo consigo cierta inquietud a la pacifica vida del imperio.
No fueron buenos tiempos. La confrontación con otros pueblos vecinos fue cada vez a mayores y una nueva amenaza se acercaba a pasos agigantados. El nuevo emperador tenía que enfrentarse a todo ello siendo tan joven y sin tener experiencia alguna.
Su madre, viuda desde hace tan solo unos días, le aconsejó que siguiese las normas de la cultura y de la sociedad al igual que hicieron su padre y los anteriores monarcas.
"El pasado te servirá de guía para tu futuro."
Las palabras de su madre resonaron en su mente desde ese momento. Tenía que ser la luz del imperio, la imponente espada de su ejercito y la estabilidad para su pueblo. Tenía que ser todo aquello que el resto esperaba que fuese.
"Madre, ¿está segura de qué seré un buen monarca?" preguntó el joven el mismo día que vio a su padre fallecer.
"Lo que opine no tiene importancia. Ahora eres nuestro monarca y tu juicio será el que nos guíe."
Aquella respuesta no le sirvió, pero nadie se atrevió a dar su opinión por temor al castigo. A partir de ese momento él era la máxima voluntad y las opiniones ajenas carecían de verdad.
"¿De qué sirve ser gobernador y tener el poder infinito si no puedo saber lo que realmente piensa mi pueblo?"
La sensación de pesadumbre cayó sobre sus hombros. No creía tener el valor necesario para gobernar, pero tampoco tenía opción. Así que, demostraría a las personas que confiaban ciegamente en él que mantendría la paz del imperio siguiendo los pasos de su padre sin cuestionarse a sí mismo sus decisiones.
Con esto en mente, pasaron cuatro largos años en los que gobernó con mano dura. Los enemigos que aparecían eran derrotados gracias a su mandato, los dioses estaban contentos con los resultados, ya que no hubo grandes catástrofes en ese tiempo, y los ciudadanos del pueblo se lo agradecían.
El Imperio incaico se había expandido y esto afianzó la idea de que aquella forma de llevar las cosas era la acertada. Esto lo convirtió en un joven autoritario, injusto y egoísta, como su padre.
Se respaldó en su título real para justificar aquella actitud y nadie contradijo al emperador por temor a la represalia. Con ello, la concepción de los ciudadanos hacia su emperador cambió. Ya no veían a un joven emperador dispuesto a asegurar la tranquilidad de su imperio, sino que veían que primaba más su propio bienestar y orgullo como soberano.
En el quinto año de su mandato la situación del emperador cambió por completo.
Cada mes de agosto se celebra la festividad de "la plena y gran purificación", al mismo tiempo que se celebra el cumpleaños del emperador. No fue hasta el día de su cumpleaños, el 22 de agosto, que el joven se topó con el primer súbito que le expresaría sus quejas sin vacilar.
Durante la celebración, el joven emperador decidió bajar al pueblo para ser alabado por su pueblo. La constante atención hacia su persona era algo a lo que estaba acostumbrado y que disfrutaba, por eso cuando divisó un grupo de súbitos que no se unían a las alabanzas decidió castigarlos.
Dio por finalizada la celebración en ese momento y ordenó que los llevaran a palacio.
- Que uno de vosotros, desagradecidos e insensatos, se adelante para hablar.- pidió el monarca una vez que los tuvo delante suya, postrados a sus pies y encadenados.
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Historias de Haikyuu
Fanfiction*Los personajes son de "Haikyuu!", escrita por Haruichi Furudate.