XIII - Mi estrella naciente (Akaashi X Bokuto)

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*En este fanfic Akaashi y Bokuto son chicas.

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Siempre había creído que amar de esta forma estaba mal, que debía hacerlo como los demás lo hacían. ¿Cuándo asumí que ellos decidirían por mi?, ¿cuándo creí que ellos encontrarían mi felicidad? Que ellos sabían más de mi propio corazón que yo misma.

No fue hasta que la conocí que esa compleja idea se rompió en mil pedazos y nació algo más puro y menos dañino.

Quería entrar en la academia Fukurodani porque era conocida por tener un equipo de voleibol femenino fuerte que había llegado a los nacionales varios años consecutivos. Quería ir para saber que era sentirse fuerte, pero también porque buscaba a alguien.

A ella la vi de casualidad en uno de los partidos de las semi-finales el año anterior. Mi equipo no había llegado al podio, pero acudimos a ver los partidos con el fin de observar y aprender de los mejores.

Por aquel momento salía con un chico que se me había declarado meses atrás. Aquella tarde pensé en rechazarlo con la verdad; no me gustaban los chicos. Sin embargo, me entró el miedo. No quería ser apartada como le había ocurrido a otras chicas, así que, simplemente lo acepté.

Él no era un mal chico, simplemente le gustaba porque parecía distante. Sabía que se aburriría de mi, no era una chica dulce ni romántica y tampoco lo soy hoy en día. Así que esperé a que ocurriese lo inevitable, pero ese momento se alargó día tras día, semana tras semana y finalmente mes tras mes.

Seguía esperando que ese momento ocurriese de cualquier forma. A pesar de ello, nunca previne lo que aquella chica podía llegar a provocarme y lo que hice luego gracias a nuestro encuentro.

Sentada en las gradas, rodeada de mi equipo, fui participe de como el equipo femenino Fukurodani entraba en la cancha desprendiendo luz propia. Mis ojos repasaron el equipo a medida que entraba, recordándome mentalmente sus nombres y sus posiciones de aquel entonces.

El partido fue reñido hasta el tercer set, el Fukurodani tenía un buen ataque pero el equipo contrario lo neutralizaba con facilidad por la alta habilidad de sus recepciones. Por un momento creí que perderían y una pizca de angustia se coló en mi pecho. Había investigado a aquel equipo y lo consideraba el mejor, por eso no entraba en mi cabeza que algo así pudiese ocurrir.

Cambio de campo y cambio de jugadoras. A la cancha entró una joven de cabellos bicolor que no reconocí, pero que jugaba punta receptor. Recuerdo que aquello me tomó desprevenida y puse toda mi atención en aquella jugadora que desconocía.

Tenía presencia en la cancha, sus ataques resultaban certeros y poseían una fuerza pura que me desconcertó por completo. Ella golpeaba el balón con una sonrisa y los ojos encendidos, vitoreaba las victorias de su equipo y animaba a las gradas a que le alabasen. De repente no podía apartar la mirada de ella, ni de sus movimientos.

Me quedé prendada de alguien que no conocía, pero que creía tener la vitalidad, la fuerza y el coraje que me faltaban a mi.

Sonreí inconscientemente cuando ganaron el partido y se clasificaron para los nacionales. Aquel día juré que haría todo lo posible para ir a aquella escuela y estar dentro del equipo, quería ver a aquella jugadora más de cerca.

Los meses posteriores a aquel primer encuentro descubrí que aquella chica era una de las jugadoras top de Tokio y que se había labrado su reputación a base de entrenamiento duro. Me había creado la expectativa de que era una chica con la suficientes fuerza mental y física para hacerme evolucionar a mi.

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