¿Alguna vez te imaginaste cómo fue la vida de Legolas después de la muerte de su madre?
En esta historia se cuentan los acontecimientos de una vida que avanza después de que una se detiene; la vida de Legolas después de la muerte de su madre, las ex...
- ¡Todas! Padre, no puedo esperar volver a casa y contarle a Harad y a las nanas todo lo que hemos visto hoy.
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-Alto ahí, jovencito emocionado. Nadie excepto Haradhun puede saber de la existencia de este lugar - Dijo- No es seguro. Este es nuestro gran secreto, ¿de acuerdo? -Le hizo saber apoyando una mano sobre su hombro-
-De acuerdo, padre -Asintió- ¿Entonces no puedo llevar nada a casa? -Preguntó desanimado-
-Claro que puedes, la condición es que seas precavido. Nadie debe enterarse de los objetos que lleves de aquí.
A Legolas eso le bastaba y continuó recogiendo del suelo tantas flores, y hojas, y ramas como le fue posible. Thranduil que estaba sentado bajo la sombra de un árbol cercano lo miraba con nostalgia, rememorando la primera vez que él estuvo en sus zapatos y recordando la misma emoción que le causaba todo cuanto allí había.
En el palacio las cosas eran menos entretenidas; los cuatro guardias que tenían como tarea acompañarlos en su viaje ahora se enfrentaban al reclamo de Harad ante su omisión.
-Les he dado órdenes claras y me asombra el mucho talento que tienen para siempre desobedecer, ¿Ustedes no tienen la labor de proteger a su Rey y dar la vida por su príncipe? Explíquenme entonces, ¿Por qué están aquí? -Exclamó con molestia.
-Mi señor, Harad -Dijo uno- Lamentamos encontrarnos envueltos en esta situación, pero debo excusar nuestra presencia aquí esta tarde; Mi Señor, Thranduil nos dio la orden de permanecer en el palacio y ante esto, él fue muy exigente. Le pido disculpas, pero no podíamos desatender una orden directa de Mi Rey.
Harad se llevó las manos a la frente en señal de malogro y pidió a los guardias que se retiraran
"Ese hombre va a hacer que lo maten un día de estos" -Se dijo
¡Mi señor, Harad! -Llamaron- ¡Los potrillos volvieron a escapar, necesitamos las llaves de las bóvedas de alimento!
- ¡Sí... sí, ya voy! -Respondió con hartazgo- Y va hacer que esta gente me mate a mí de un infarto...
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