Visitas inesperadas.

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EL REY EN EL BOSQUE.

La vida después de la muerte de Ellerian.

VI. Visitas inesperadas.

Aquella noche se guardó en los recuerdos de Legolas como una de las más importantes. Hacía tanto tiempo que no veía reír a su padre y hacía mucho más que no se reunía con su pueblo. El corazón se le había llenado de magnificencia como nunca había sentido antes.

Al terminar la cena, el pueblo del Gran Bosque Verde se reunió bajo la luz de las estrellas, como rememorando a sus antepasados en las edades más antiguas. Cantaron canciones con letras hermosas, bailaron y bebieron buen vino para finalmente observar el cielo estrellado y meditar sus propias cosas.

"Nunca olvides, mi pequeño, que la grandeza de un corazón nace, cuando a pesar de haber sido herido cien veces, está dispuesto a perdonar cien veces más."

Por alguna razón que aún no comprendía, las palabras que su madre una vez le dijo le resonaron en la mente aquella noche. Poco sospechaba él del presagio que le habían enviado las estrellas...

Una semana había pasado ya, y las cosas en el palacio transcurrían con una peculiaridad diferente.

Thranduil estaba intranquilo, bebía más de lo normal y difícilmente descansaba por las noches; Harad estaba desconcentrado, como si hubiera algo en el aire que le hiciera tropezar y equivocarse en la mayoría de las tareas que realizara; y esa mañana, Legolas había despertado con toda la intención de dar respuesta a las preguntas que siempre había tenido y que nunca había sido capaz de resolver.

-De acuerdo... Puedes hacerlo, es solo papá... - Se hablaba Legolas y la voz le temblaba de modo extraño. Había salido de su habitación muy temprano por la mañana para dirigirse a la de su padre y tocar la puerta. Y es que yo les voy a explicar de donde había salido este coraje tan repentino:

Cada tarde, después de terminar sus entrenamientos, El Capitán y Legolas conversaban por largo tiempo, Legolas le hacía preguntas y El Capitán le respondía con ideales magníficos, le daba consejo, lo escuchaba y ante todo siempre le decía:

"Usted no debe temer nunca de hacer algo que desee, de ser usted mismo y de recorrer los senderos de la vida, no importa quién intente reprimirlo, No lo permita, pues solo eso le otorgará libertad"

Thranduil se encontraba sentado en un gran escritorio, revisando el inventario de las reservas del pueblo y algunas tantas cartas de negocios con la gente del Lago. De pronto, llamaron a la puerta.

-No es un buen momento, Harad. Vuelve más tarde - Dijo Thranduil

-Soy yo, Padre, ¿Puedo pasar? - respondió Legolas aún tras la puerta

- ¡Legolas! -Exclamó sorprendido, se levantó de la silla y se dirigió a la puerta para abrirla - ¿Está todo bien? Nunca vienes a visitarme por las mañanas, ¿Qué ocurre?

-Bien... Tengo que hacerte una pregunta - Le dijo con la mirada en el suelo y el corazón agitado. Thranduil lo miraba confundido

- ¿De qué se trata? -Respondió.

- ¿En dónde... -Y parecía que le faltaba valor para continuar la frase

- ¿"En dónde" qué, Legolas?

Puedes hacerlo. Se dijo Legolas internamente y después suspiró. -¿En dónde está mi madre? -Preguntó

Thranduil sintió como si se le hubiera cortado la respiración por un momento. Y no hace falta mentir, Legolas sabía que su madre había fallecido, pero algo muy en el interior necesitaba que su padre se lo dijera. Era un peso que quería dejar de cargar, no podía estar tranquilo hasta que le dijeran qué exactamente había pasado con su madre.

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