Encuentros y frustraciones.

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EL REY EN EL BOSQUE.

La vida después de la muerte de Ellerian.

Capítulo VII. Encuentros y frustraciones

-Tu palacio está descuidado... ¿Hace cuanto que no limpias este lugar?

Se presentaba ante ellos El Rey Cleorvatar, descendiente directo de la casa de Fingon que compartía sangre con los altos Elfos y con El gran Fingolfin. Tenía una presencia verdaderamente aplastante y un rostro cuya belleza daba paso al gran peligro; la corona que adornaba su cabeza era del oro más puro que se pudiese encontrar en toda la región del este; sus ropas eran azules resaltando su realeza y el cabello era largo y negro acompañado de ojos color violeta.

 Tenía una presencia verdaderamente aplastante y un rostro cuya belleza daba paso al gran peligro; la corona que adornaba su cabeza era del oro más puro que se pudiese encontrar en toda la región del este; sus ropas eran azules resaltando su reale...

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-Mi señor, Cleorvatar. No esperaba encontrarme con usted sino hasta el siguiente mes, ¿Hay asuntos de urgencia que tengan que tratarse? -Respondió Thranduil mientras bajaba las bellísimas escaleras de caracol.

-Los llamamientos de Thror causaron intranquilidad en mi interior; más aún tu nula disposición a retomar nuestra ultima conversación. Me gustan las cosas claras, así que decidí venir -Al terminar sus ultimas palabras hizo un ademan con la mano derecha indicando a uno de los sirvientes ahí presentes que se acercara a él. Una vez estuvo en frente suya, le dijo:

-Llévate esto -Dijo entregándole la capa felpuda que lo cubría del aire frío- y trae una taza de té caliente. Prepárame una habitación y la ducha. Que mi nieto se encuentre conmigo en diez minutos.

Justo cuando pretendía subir, Harad le dijo entonces:

-Mi señor, Cleorvatar. El Príncipe Legolas tiene asuntos que atender, ha tenido una mañana fatigosa y ahora descansa en su habitación. No me parece prudente molestarlo ahora.

- ¿Pero si no es éste el famoso Haradhun? —Dijo Cleorvatar recorriéndolo de pies a cabeza- Casi me había olvidado de tu insolencia. Thranduil – Se dirigió a su yerno- deberías enseñar a tus sirvientes cuando es su momento para hablar y cuando no lo es.

Thranduil no dijo nada y agachó la mirada. Cleorvatar se retiró entonces, dejando al salón perplejo, entre nervios y comentarios de impaciencia.

Legolas todavía se encontraba encerrado en su habitación. Estaba recostado de lado con los ojos muy hinchados pues no había parado de llorar desde los acontecimientos de la mañana. Harad llamó a su puerta para darle las noticias de la llegada de su abuelo.

 Harad llamó a su puerta para darle las noticias de la llegada de su abuelo

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