1. There's a lonely man in the hill... with a child

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Cinco años atrás, todo el que conociera a Meng Yao tendría dos palabras para describirlo: hermoso y afortunado. Y habrían tenido toda la razón.


Cinco años atrás, Meng Yao era uno de los omegas más cotizados entre la alta sociedad de Lanling. Con solo veintitrés años había logrado lo que la mayoría de los omegas solo soñaba –incluso habiendo nacido en una familia rica. Con veintitrés años y en la plenitud de su belleza, el segundo hijo de Jin GuangShan –y el primero de sus bastardos reconocidos – se había convertido en el Vicepresidente de Marketing de la cadena hotelera de su padre y en una de las mentes empresariales más renombradas en el mundo de la hotelería. Su nombre –el nombre que recibiera después de que su padre le reconociera y adoptara en la familia –era mencionado con respeto en los círculos publicitarios y su tesis universitaria era texto de consulta por algunos que se llamaban 'publicistas' en el mundo de los negocios. Tenía todo lo que había soñado... y estaba por casarse con un alfa maravilloso.


Segundo motivo de admiración y envidia: el hijo de una prostituta beta sin más gloria que haber aparecido en la cartelera de algunos teatruchos antes de cumplir los veinte años iba a convertirse en el flamante esposo del mayor de los Jades Lan.


Lan XiChen era todo lo que un omega –lo que cualquier persona –podría desear. El hombre era hermoso como los dioses y tenía un carácter que habría enamorado a un ángel. Meng Yao se había enamorado de él desde la primera vez en que le vio sonreír. Fue un flechazo directo al corazón.


Meng Yao recordaba con toda nitidez esa tarde.



Había salido de una reunión entrada la tarde para descubrir con espanto que llovía a cántaros. Su coche estaba en el taller para la revisión anual y había olvidado el paraguas en su despacho. Tomar un taxi parecía una proeza más allá de las capacidades del joven Yao, quien maldijo entre dientes mientras el agua empezaba a calar su costoso traje de diseñador. De repente, la lluvia cesó, pero solo sobre la cabeza del joven. Jin GuangYao alzó la cabeza para descubrir un paraguas azul oscuro cubriéndole. Girando a medias en el lugar, se encontró con un hombre más alto que él que sostenía el paraguas por encima de los dos.


—Hola — había dicho el hombre, esbozando una sonrisa incómoda —. Me pareció que precisabas ayuda. Disculpa si fue demasiado atrevido.

—¡No! —negó el omega, pestañeando para apartar el agua que temblaba en sus largas pestañas —. Te lo agradezco. Normalmente no soy tan... propenso a... necesitar ayuda; pero hoy...

—Lo sé — sonrió de nuevo el alfa —. Hoy es uno de esos días en que la vida nos toma por sorpresa. Por cierto, soy Lan XiChen. Tu presentación fue... impresionante.

—Gracias — respondió Jin GuangYao y supo que se había ruborizado cuando sus mejillas ardieron.

—Jin GuangYao, ¿cierto? Encantado de conocerte.


El joven observó la mano que se extendía en su dirección y la tomó con un ligero estremecimiento.


—Permite que te lleve — propuso Lan XiChen después —. Mi coche está aquí y me gustaría que discutiéramos tu propuesta un poco más.


En ese momento, el omega supo que iba a aceptar todo lo que el Lan le propusiera.


La luna detrás del cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora