30. Que me llamen loco

1.7K 161 119
                                    


Pero si yo pudiera darte el beso sabrías cómo duele este amor

Y podré invertir el universo para quedarnos en la nada tú y yo

Si acaso te vas, sin poderte tocar, me veo de nuevo dando de qué hablar

Me llaman loco por no ver lo poco que dicen que me das

Me llaman loco por rogarle a la luna detrás del cristal

El beso, Pablo Alborán




Jin GuangYao siguió con la vista a su hijo, que se alejaba de la mano de Mo XuanYu. Pasándose una mano por la cabeza, acomodó la coleta medio suelta lo mejor que pudo antes de voltear nuevamente frente al alfa.


—Te pedí que no vinieras a buscarme —fue lo primero que dejó sus labios, con frialdad.


Nie MingJue resopló.


—No lo decías en serio.

—Por supuesto que...

—Quiero decir que tú realmente no creíste que te iba a dejar ir así... que no iba a buscarte en cuanto leyera tu nota.


El omega vaciló, consciente de que tenía la razón. Nunca dudó de que Nie MingJue iría tras ellos.


—Te dije adonde iba. No voy a desaparecer de nuevo. Vamos a... vamos a llegar a un acuerdo acerca de la custodia de a-Song y...

—A-Song está bien donde está. Viviendo con sus dos padres. En su hogar.


Jin GuangYao suspiró disimuladamente. Se había preparado para esto, para rebatir los intentos de Nie MingJue de preservar el matrimonio de apariencia en favor de la estabilidad emocional del hijo de ambos. Sin embargo, Jin GuangYao había visto en suficientes ocasiones lo que una convivencia no deseada podía hacerle a un niño –por mucho que sus padres le amaran.


—RuSong todavía tendrá a sus dos padres —explicó.

—Pero yo no te tendré a ti.


El omega inclinó la cabeza sobre un hombro, sin entender.


Durante unos minutos, contempló la expresión expectante del alfa y finalmente, dijo:


—No necesitas estar casado para tener sexo, ¿recuerdas? Puedes ir a un club y...

—¿No significó nada para ti? La otra noche... ¿no significó nada?


Jin GuangYao frunció el ceño.


—No significó lo mismo para cada uno de nosotros, eso está claro.


Nie MingJue se enderezó, gruñendo quedamente.


—Para mí significó todo —confesó al cabo de unos minutos, sin mirar a su esposo —. Significó que podíamos tener una segunda oportunidad... que yo tenía una segunda oportunidad para hacer las cosas bien. Significó que aun si no me amabas, el sexo seguía siendo maravilloso y podíamos... podíamos empezar a construir algo a partir de ahí. Significó que tenía un chance de conocerte, de que me conocieras... y de conquistarte.

La luna detrás del cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora