7. Like a river flows

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Like a river flows

Surely to the sea

Darling, so it goes

Some things are meant to be

Can't help falling in love with you, Elvis Presley



Jin GuangYao se arrellanó en la tumbona, suspirando de alivio. Finalmente había conseguido escapar de su madrastra y su cuñada.

No sabía cómo; pero la señora Jin se las había arreglado para encontrar un traje rojo. ¡Rojo! Desde la corbata hasta el saco. ¡Incluso había conseguido un par de zapatos rojos! La camisa de seda era de un rojo claro casi rosa. El omega casi había sufrido un infarto al ver aquel despliegue de color encima de la cama. Era un chiste, ¿cierto? No podían pretender que realmente se vistiera con eso.


Con XiChen habían acordado tener una boda occidental y habían decidido que ambos vestirían de blanco. Tan sencillo como eso. Sin embargo, la señora Jin, aunque ya resignada a no tener la ceremonia tradicional china, había mantenido la idea del color rojo.


Después de casi dos horas de argumentar con las dos damas –a quienes adoraba; pero podían ser tremendamente tercas cuando querían – Jin GuangYao consiguió negociar con ellas que vestiría de blanco y usaría la corbata roja. Y la camisa. También accedió a usar la camisa porque era hermosa y le quedaba bien.


Tomó aire de nuevo y extendió una mano para tomar la copa con el cóctel que pidiera antes de salir a la playa. Tomó un sorbo y se recostó, cerrando los ojos.


El fuerte aroma perturbó su descanso. Frunció la nariz e irguió la cabeza al tiempo que abría los ojos.


Nie MingJue se detuvo un instante frente a él y con un gruñido irritado, siguió andando hacia la playa.


Jin GuangYao alzó una ceja y tomó otro trago de su bebida.


—Jin GuangYao, ¿no?


El omega desvió la mirada hacia la voz delicada.

Frente a él se encontraba un omega de su misma edad más o menos. Llevaba el cabello recogido en una trenza que acomodara sobre un hombro y vestía una bata en tonos de verde y dorado, ceñida a la cintura por un nudo flojo. Sostenía en una mano un abanico redondo de papel de seda que agitaba lánguidamente delante de su rostro.

Jin GuangYao lo observó, recordando que este era el hermano del otro hombre. Mirándolo de cerca, se percibía el notable parecido entre ambos Nie, incluso si el hermano menor era una versión mucho más suave.


El aroma dulzón inundó la nariz del Jin, provocándole una mueca que se apresuró a disimular. ¿Es que todos los Nie andaban esparciendo sus esencias como trogloditas de la Edad de Piedra?


—HuaiSang — se presentó el otro mientras tomaba asiento en la tumbona contigua —. Esperaba poder verte cuando terminaras las pruebas del traje.

—Aquí estoy — asintió Jin GuangYao —. ¿Una bebida?

—Mi hermano no me deja beber tan temprano —hizo un mohín Nie HuaiSang.

La luna detrás del cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora