9. I can hear a bell ring

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Just one look and I can hear a bell ring

One more look and I forget everything

Mamma mia, here I go again

My my, how can I resist you.

Mamma mia, ABBA



Había demorado todo lo posible encontrarse con los demás invitados. Había desayunado en su habitación, tomando solo jugo y unas frutas que un sirviente vestido del tradicional blanco de la familia Lan le trajera. Por el empleado supo que Lan Qiren, el tío de los alfas Lan, había arribado en la madrugada. La noticia agitó a Jin GuangYao más de lo que debería dadas las circunstancias.


Lan Qiren eran el hermano menor del anterior patriarca Lan. Después de la prematura muerte de su esposa, el padre de Lan XiChen se había retirado de la vida pública, dejando la educación de sus dos hijos infantes a su hermano beta, en sus tempranos veinte por ese entonces. Lan Qiren había asumido la crianza de sus sobrinos y la dirección de la empresa familiar con disciplina. El hombre había dedicado sus mejores años a hacer el trabajo de su hermano mayor y cuando Lan Zhihao murió dos años atrás, sus sobrinos ni siquiera percibieron un cambio en sus vidas. Lan Qiren siguió apoyando a Lan XiChen en la dirección de la empresa y supervisando la carrera musical de Lan WangJi. El hombre no había recibido bien del todo que su sobrino favorito –Lan WangJi –eligiera como pareja a un alfa, en especial a un alfa tan... difícil de describir como Wei WuXian; pero había terminado aceptando que no habría niños por ese lado. El compromiso de Lan XiChen en cambio le había causado una grata impresión.


Jin GuangYao sabía que contaba con la aprobación de Lan Qiren y por ese lado no debía preocuparse; sin embargo, el arribo del beta desde Beijing solo significaba que debían de faltar escasas horas para la llegada de Lan XiChen.


Sí, Jin GuangYao quería ver a su prometido y, sobre todo, quería celebrar esa boda de una buena vez. No obstante, temía cuando XiChen hablara con Nie MingJue.

Una parte del omega le advertía que lo mejor sería que él hablara primero, que confesara su culpa y contara la historia a su manera. Estaba seguro de que podría convencer a Lan XiChen de perdonarle, de darle una oportunidad de mostrarle cuán arrepentido estaba. Otra parte, sin embargo, le gritaba que la mejor opción era guardar silencio, negarlo todo, rezar por que ese bruto de Nie MingJue viera lo feliz que el Lan era con él y lo dejara pasar por esta vez. Bueno, no iba a haber otra vez, ¡eso seguro!


Hacia las diez de la mañana fue imposible para Jin GuangYao seguir escondiéndose en su cuarto. Tenía que hacer la última prueba del traje para la ceremonia –realmente había perdido peso en las últimas semanas –y luego debía al menos prepararse para la fiesta de esa noche.


No quería una fiesta. Todo lo que deseaba era encerrarse en su habitación y quedarse allí hasta que la boda pasara, cuando ya estuviera seguro de no haber perdido a Lan XiChen.


Hizo un mohín al escuchar voces provenientes de la sala de billar. Reconoció la risa un tanto despreocupada de Wei WuXian y enseguida Jiang WanYin le ordenó callarse con tono cortante. De inmediato, una voz profunda y ligeramente burlona bromeó acerca del carácter de mal perdedor del Jiang.


Un estremecimiento recorrió la espalda del omega al reconocer la última voz. Era increíble que fuera capaz de reconocerla incluso cuando sonaba tan diferente a como la recordaba entre el alcohol y el deseo. A toda prisa, se alejó en dirección a la habitación de su madrastra: su teléfono había vibrado dos veces ya.

La luna detrás del cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora