17. Atrapado

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Meng Yao cruzó los brazos sobre el pecho y con una ceja alzada, contempló al visitante.


Nie HuaiSang canturreaba entre dientes mientras se balanceaba de un pie a otro delante de la ventana. La chaqueta verde bosque sobre pantalones blancos resaltaba su figura esbelta. Llevaba el cabello a la altura de los hombros, recogida la mitad superior en un moño retorcido. El aroma floral embalsamaba la estancia, revolviendo el estómago del otro omega.


—Buenas tardes. ¿A qué debo el honor?


Al escuchar la voz de Meng Yao, Nie HuaiSang pegó un gritito y giró en el lugar con un salto. Se llevó una mano al pecho, fingiendo estar asustado.


—Por el cielo, Meng Yao, no puedes ir asustando a la gente de ese modo.

—Solo estaba saludándote. Además, me estabas esperando, ¿no?

—Pues... sí. Vine para hablar contigo.

—Si te mandó tu hermano, puedes volver y decirle que ya le avisaré cuando esté listo para...

—Da ge no sabe que estoy aquí.


Meng Yao frunció ligeramente el ceño. Con un esfuerzo, indicó al visitante que se sentara a la vez que tomaba asiento en el sillón.

Quería escuchar lo que HuaiSang tenía que decir. Era probable que el omega no tuviera interés en tener lazos familiares con él o con su hijo. Quizás HuaiSang tenía una idea para mantener las cosas como hasta ahora.


—¿Es esto una visita social o de negocios? —inquirió Yao con cautela.


Nie HuaiSang alzó una ceja perfecta y Meng Yao no pudo evitar sentir envidia de la belleza que el otro ostentaba – una belleza perfecta, de revista, algo que él no había mostrado en mucho tiempo.


—Es una visita. Dejémoslo ahí por ahora.


Antes de que Meng Yao pudiera insistir en buscar una respuesta más amplia, SiSi apareció llevando una bandejita con dos tazas de té.


—Supongo que a los dos les vendrá bien un té — comentó mientras dejaba la bandeja encima de la mesa de centro.

—Muchas gracias, señora! — exclamó Nie HuaiSang incorporándose para tomar una taza. Aspiró el aroma con deleite y preguntó, intrigado: —¿Flores de azahar?

—Oolong — corrigió Meng Yao, ya con su taza en mano.

—Oh. Un Dan Cong. Un poco difícil de conseguir esta variedad en específico. La he probado muy pocas veces.

—La señora YanLi se lo regaló a a-Yao por su cumpleaños —informó SiSi —. Sabe cuánto le gusta.

—YanLi es un amor de persona, ¿no es cierto? — señaló el Nie, riendo alegremente.

—Lo es, sin duda —intervino Meng Yao —. Por favor, SiSi, vigila a RuSong mientras ve los animados. El señor Nie solo estará un momento más.


La mujer asintió y se marchó al interior de la casa.


Nie HuaiSang todavía se tomó su tiempo para olfatear el té nuevamente antes de tomar un sorbo.

La luna detrás del cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora