Capítulo 10: Añoranza

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El vómito para Lucifer solamente incrementaba y eso en verdad lo fastidiaba.

Y no sabía que era más molesto para él, las náuseas, el dolor de garganta o que Gabriel acariciara de su espalda y le pasara toallas limpias.

- No sabes cuantas ganas tengo de tirarte tus preciosos dientes.

El árcangel caído volvió a vomitar, Gabriel no contesto nada, volviendo a su tarea de reconfortarlo acariciando de la espalda contraria.

- ¿Alguna otra petición? – Gabriel solamente sonrió divertido pasándole una toalla limpia al árcangel caído.

Lucifer solamente negó, se levantó del excusado y tomo la toalla de mala gana para poder limpiarse.

Estar con Gabriel en parte era confortante y tranquilizador para el de mirada carmín, nunca lo admitiría ni mucho menos se lo diría, pero Lucifer se sentía bien y a salvo con el árcangel.

Pasaron algunas semanas, tiempo en el que Gabriel no se separó por ningún motivo del contrario, gracias a todo lo bueno el vómito fue disminuyendo, pero su apetito aumento, algunas veces pedía comer cosas muy extrañas o casi imposibles de conseguir a altas horas de la noche, pero aun así el árcangel lo consentía en todo y no dejaba de cuidarlo.

Lucifer solamente tenía dos meses de gestación, y aun así ya se le lograba ver una tierna curbita en el abdomen, algo que le resultaba hermoso y maravilloso a Gabriel.

Así como habían aumentado los antojos aumento el enojo y los berrinches, las hormonas del moreno estaban hasta las nubes, justo como ahora.

- Lucy, por favor, puedes acabarte esa hamburguesa en el sofá o en tú habitación, pero no a un lado del excusado – Gabriel miraba preocupado a su contrario, quien justo en el sitio indicado, mirando hacia el excusado, sentado y llorando comía de una hamburguesa Morningstar.

- Si me paro a comerla en otro sitío... – comenzó hipando el hombre de mirada carmín – ...no va a servir de nada, porque... – Lucifer sorbió de su nariz sin dejar de llorar – ...justo después voy a querer vomitarlo...

El llanto continuo de manera incontrolable, a Gabriel le resulto graciosa la conclusión apresurada de su contrario, pero para nada río, tranquilo se acercó y lo cargo con cuidado, el árcangel caído forcejeo, pego y pataleo queriendo zafarse del agarre contrario, sin mucho éxito, a decir verdad.

- ¡Te odio! ¡Bájame tonto árcangel! – gritó completamente molesto y eufórico, aun soltando algunas lagrimas.

Gabriel para nada lo bajo, pensó que liberando de su aroma lograría calmarlo, logrando mucho más, Lucifer se quedo dormido acomodado en su pecho y el árcangel no pudo sentirse mas aliviado y agradecido, ya que los berrinches del moreno por lo general duraban mucho más y en su lastimosa mayoría el árcangel resultaba ser el perdedor.

Acomodo de su cabello, también limpio de su rostro los rastros del llanto y miro maravillado esa pequeña pancita que lo único que haría seria crecer más.

Meizquine también se había vuelto bastante sobreprotectora con Lucifer, solo dejaba que lo cuidara Gabriel (y eso de mala gana) y a su amigo solo podían verlo amigos muy cercanos, como Decker, Linda, Ella y Amenadiel.

Justo ahora lo miraba dormir en los brazos del árcangel y de cierta forma extraña eso la aliviaba.

Solamente acomodo todo lo que había traído de afuera, con señas le dijo a Gabriel que se iría y eso hizo.

Después de un par de horas el árcangel caído despertó, aun acurrucado en los brazos de otro árcangel que había cedido ante el cansancio durmiendo tranquilamente debajo suyo.

Se veía tan bien... tan suave.

Sin poder evitarlo Lucifer delineo el contorno de la mejilla y barbilla contraria en sus dedos, luego, con su pulgar en esta ocasión delineo los suaves y rosados labios, ni así logrando despertarlo, tenia bastante tiempo, si no es que miles de años que no contemplaba su rostro descansando y tranquilo, un pensamiento fugaz paso por su mente "Extrañaba tanto esto" y justo después trato de negar, aunque no lo dijo y en realidad la única persona quien podría prestarle atención dormía debajo suyo muy tranquilamente.

"Deja de pensar tonterías Morningstar"

Volvió a autoreprenderse de forma mental el moreno, mientras su contrario muy ajeno a todo aun no despertaba, parecía tomar un descanso retrasado de días.

Se acerco absorbiendo el aroma que desprendía, podía jurar que había extrañado tanto ese aroma a frutas que ahora lo sentía como un completo lujo para él.

Las ganas y el deseo de querer más lo invadieron, nuevamente su atención se fue hacia los labios del árcangel, y sin pensarlo siquiera los junto con los suyos, esta vez la mirada violeta reacciono, preocupada y confundida miro como aun encima suyo, Lucifer con los ojos cerrados probaba sin permiso de sus labios, de inmediato lo tomo de los hombros y lo alejo lo suficiente, aun mirándole de frente.

- Lucifer... no, esto está mal... estas confundido... tú no quieres esto, tú me odias, ¿Recuerdas?, esperas el cachorro de alguien más, además... – los labios de Gabriel fueron silenciados por los del mencionado, haciendo ese pequeño beso en uno mas demandante y lleno de hambre retrasada.

- Cállate tonto árcangel, y disfrutá – necesitado del cariño contrario Lucifer volvió a reclamar los labios de Gabriel, quien al negarse era besado de manera más ruda.

Además, debía admitir que él quería eso, que disfrutaba de los labios de quien tanto había extrañado y añorado por miles de años.

Algo entre esos dos estaba volviendo a suceder y definitivamente iba a meterlos en grandes problemas.

La tragedia en la similitudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora