Capítulo 12: Time is a running out. Parte 2

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Nota del autor antes del leer: al igual que la parte anterior es recomendable leer esta parte con la canción adjunta al capítulo. 

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- Déjame ir – lleno de lágrimas pidió con la voz temblorosa – por favor... déjame ir, tal vez si estoy lejos de ti el rechazo y la culpa duelan menos...

Gabriel estaba asustado y hecho un mar de lágrimas... y esa era la expresión que recordaría por miles de años Lucifer... dejando ir a un roto y herido árcangel... que a pesar de tener juntas con todos sus hermanos cada cien años nunca volvió a aparecer, su silla se mantuvo vacía y el árcangel caído veía mas lejos el volver a disfrutar las frutas, el último recuerdo de su Gabriel era roto en llanto, desprendiendo un aroma ácido y casi podrido...

FIN DEL FLASK BACK

~Ahora que sabes que estoy atrapado

Sintiendo la euforia

Nunca soñarás con romper esta fijación~

Así que ahora estaban hundidos en sensaciones que jamás creyeron volver a experimentar y sin embargo cuando Lucifer llego a su pantalón, se asustó.

- Oye, Está bien ¿Si? – el árcangel caído le sonrió, abrió con cuidado de su botón y cierre, también, por consecuencia acaricio sobre la ropa interior, haciendo crecer de poco en poco el bulto entre sus piernas.

Gabriel soltó leves jadeos llenos de inocencia, maravillado por las sensaciones que le estaban causando, se deshizo de la camiseta larga de su contrario, abrió y bajo de sus pantalones.

El contrario, gracias a las hormonas desde hace rato ya estaba erecto, soltó un sonoro gemido cuando el árcangel acaricio su erección y se deshizo de su ropa interior.

~Me sacarás la vida~

- Pre... prepárame – jadeando con la mirada carmín llena de deseo tomo la mano de Gabriel, comenzando a lamer sus dedos hizo gemir al de ojos violeta, luego, guío la misma mano hacia su entrada, hizo que dos dedos largos entrarán y salieran, pidió un tercer dedo y lo obtuvo, gracias al embarazo Lucifer lubricaba de manera natural – entra – gimió suplicando – por... por favor Gabriel – volvió a gemir, el árcangel lo tomo de la cadera y lo elevo solo un poco, entrando de una sola estocada.

El moreno grito, no de dolor si no de claro placer, pero eso había alarmado al árcangel.

- ¿Te lastime? – algo agitado Gabriel miro a Lucifer perlado en sudor quien lo miraba jadeando.

~Entiérralo

No dejaré que lo entierres

No dejaré que lo ahogues

No dejaré que lo mates~

- No... ahora muévete y hazme gemir y gritar hasta delirar.

Exigió, moviendo un poco de su cadera sintiendo un poco más la intromisión, jadeo más fuerte cuando sintió que Gabriel se movía apretando de su cadera, sintiendo de los movimientos mas rápidos, la boca contraria succionaba y de vez en cuando mordía de su pezón, repitió la acción con el otro para después con cariño repartir besos en su clavícula y cuello, así como pequeñas mordidas, moviéndose más rápido, entrando más profundo en él, sintiendo sus uñas arañando de su espalda escuchándolo gemir su nombre en repetidas ocasiones.

~Nuestro tiempo se está acabando

Y nuestro tiempo se está acabando...

No puedes empujarlo bajo tierra

No podemos dejar de gritarlo~

Entonces el orgasmo los alcanzo, Lucifer mancho ambos pechos y Gabriel termino anudandó en el interior del moreno quien acaricio de su rostro y lo beso en los labios con cariño y amor.

- No podrás salir hasta que el nudo baje – soltando un jadeo y tratando de regular su respiración Morningstar acariciaba de las mejillas del árcangel – estarás hinchado por un rato y por eso no podrás salir, pero tranquilo, mhhg... es normal cariño – el moreno volvió a besarlo mientras ambos respiraban de forma agitada.

~ ¿Cómo llegamos a esto?

Me vas a chupar la vida~

- Samael... – entre sus labios Gabriel trato de hablar – ...Te amo... por favor... escogeme a mi...

En consecuencia, el árcangel caído lo mordió y se separo de sus labios cruzando de sus miradas.

El nudo cedió, el árcangel salió de su interior y antes de recibir alguna respuesta Gabriel comenzó a sacar sangre de la boca, jadeando de dolor sintió como cada vez mas profundo una daga se enterraba a la altura de su corazón y Lucifer con miedo en el rostro trato de detener la sangre con ambas manos, notando la ira en los ojos de Steve quien perdido en odio la enterró más profundo, en sus cabellos azabaches había sangre, al igual que en su rostro y traje, estaba seguro de que ninguno le pertenecía, comenzó a sollozar sin poder detener el líquido carmín, sintió frío el cuerpo de Gabriel quien con la mirada inexpresiva cayo cerca de su pecho, su cuerpo estaba frío.

~Entiérralo

No dejaré que lo entierres

No dejaré que lo ahogues

No dejaré que lo mates~

- Esa daga la tenia en caso de que fuera necesario el matarte, pero veo que termine usándola en alguien más – colérico, Steve saco bruscamente la daga del cuerpo del árcangel, una daga llena de su sangre, un arma que al parecer fue forjada por demonios en el infierno.

- Donde... – apenas pudo pronunciar el moreno sin querer soltar el cuerpo frío de su árcangel, llorando completamente asustado.

~Nuestro tiempo se está acabando

Y nuestro tiempo se está acabando...

No puedes empujarlo bajo tierra

No podemos dejar de gritarlo~

- Solo te diré que tengo mis trucos – sonrió sinicamente el azabache – ¿Fue divertido? Porque ya no se va a repetir, cariño... vuelve a hacer una estupidez así y no dudaré en clavartela a ti, poco me importará que lleves a nuestro cachorro en tu vientre.

Con sangre en las mejillas Steve amenazo a Lucifer, quien lloraba acariciando las mejillas de un Gabriel que ya no iba a despertar.

- Gabriel despierta... por favor... no te puedes morir ¡Gabriel no puedes irte y dejarme!

Con las manos llenas de la sangre del árcangel, acaricio de su rostro frío que ya no iba a mostrar sus lindos orbes violetas.

- Deshazte del cuerpo y deja de llorar maldita sea.

Steve muy molesto se metió a la ducha frente a un Diablo que al parecer lo había perdido todo sin siquiera poder defenderlo o hacer algo al respecto, sin poder detener su llanto no quiso despegarse del cuerpo frío e inerte de su ahora muerto árcangel.

~ ¿Cómo llegamos a esto? ~

La tragedia en la similitudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora