Capítulo 14. ¿Reconciliación?

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Steve entro a la habitación de un Lucifer que tocaba el piano con cierta aura de tristeza y el aroma a podrido en el lugar se lo confirmaba.

- ¿Qué es lo qué tenemos que hablar?

Con frialdad el azabache pregunto, acomodándose cerca del piano, mirando fijamente a Lucifer, quien no había dejado de tocar.

- Tú sabes que, no finjas demencia – el árcangel caído dejo de tocar, de manera abrupta se escucho el desafine de las teclas del piano, aturdiendó un poco al soldado, pero sin dejar de mirarlo con completa atención – ¿Por qué lo mataste? – hizo la tan ansiada pregunta.

- Tocó lo que me pertenece.

- No soy una propiedad o cosa para que te refieras a mi así...

- Y tampoco una puta para andar acostandote con cualquiera y aún así lo hiciste.

Soltó con molestia y veneno el azabache de mirada carmín.

- Steve maldita sea... ¿Así quieres que hablemos? ¿O eso soy para ti? ¿Una propiedad y una puta?

Steve lo tomo de los brazos, mirándolo fijo.

- Eres lo único que amo entre toda esta mierda, ¿Cómo crees que me sentí al verte con él? ¿Eh? – meneo a un Lucifer que ya estaba sollozando, las malditas hormonas lo estaban traicionando – si no lo hubiera matado tú te hubieras ido con él y yo no iba a permitir eso...

Ahora el azabache sollozaba, mirando a un Lucifer roto en llanto.

- De... ¿De verdad me amas Steve? – hípando y con la voz temblorosa el hombre de ojos carmín pregunto.

- Si Lucifer Morningstar, te amo y me vuelve loco el hecho de que tú no sientas lo mismo... orillandonos a este momento.

Steve no pudo evitar llorar, apretando los hombros contrarios, temblando un poco de la nada sintió como un abrazo cálido lo envolvió.

- Eres un estúpido alfa – se acomodo en su hombro entre el abrazo el moreno de manera muy tranquila, reconfortándose a si mismo – pero eres mi estúpido alfa – dijo con énfasis eso último – También te amo Steve... vamos a tener un bebé y yo... en verdad lamento haber casi abandonado eso... yo... él era...

No pudo continuar, el abrazo fue roto, Steve lo tomo de las mejillas y sin pedirle permiso comenzó a besarlo, Lucifer correspondió, aliviado de ser callado por los labios ajenos, hasta que el aire les hizo falta a ambos.

Simplemente se observaron mutuamente, mientras Rogers acariciaba de sus mejillas.

- Eso ya no importa – aseguro tomando su cadera acercándolo más a su cuerpo – todo esta bien si tu estas bien – aseguro el soldado volviendo a abrazarlo.

- Yo... – Lucifer no dijo nada en concreto, dejándose abrazar.

Y es que la verdad era que no estaba bien. Su Gabriel estaba muerto y aunque ya había perdonado a Steve admitía su propia parte de la culpa. Así que el problema era que el mismo aun no lograba perdonarse... no al menos en un tiempo, pero su Rogers no tenia que formar parte de esa culpa.

- ...Estoy bien – mintió, acomodado en los brazos del alfa, quien libero de su aroma para reconfortarlo.

Algo en el capitán le decía que el alfa entre sus brazos no estaba bien. Pero trato de aferrarse a creerle, no dejaría que algo le pasara al árcangel, y si algo le llegaba a atormentar creía en que posiblemente le confiara sus inquietudes, tal vez no ahora, pero si en un futuro.

- ¿Estas seguro? – acaricio de su espalda como mimo.

- Sí, Steve – aun entre sus brazos lo miro a los ojos, acaricio de sus mejillas e hizo una sonrisa a medias – ¿Oh acaso decidiste ser Eduard?

- Soy Steve Grand Rogers – comenzó con completa seguridad – pero como puedes observar, estoy cómodo siendo el Capitán Hydra – Steve se acomodo entre las manos de su contrario, mucho más calmado.

- Es como te conocí – esta vez, una sonrisa característica del árcangel caído se dibujo en su rostro – y aunque admito que seria toda una experiencia coger y jalar tu rubio cabello, me encantas así – Lucifer acaricio de sus mejillas, y con algo más de cariño lo beso, siendo correspondido por el azabache, que sin ningún tipo de esfuerzo regreso a su rubia melena, acariciando de la cadera contraria.

- Bueno, eso es algo que tiene sencilla solución – con deseo en la mirada Rogers mordía y besaba de su cuello, haciendo gemir al contrario, quien sin pensarlo mucho se aferro a sus hombros; sintiendo como era cargado justo después, enrollo de sus piernas en la cadera contraria, sintiendo como sus erecciones por debajo de la ropa rozaron – puedo ser rubio cuando me lo pidas – mordió de su lóbulo haciéndolo gemir.

- ¿Qué tal si te deshaces de nuestra estorbosá ropa también? – con deseo sugirió Lucifer, jadeando entre sus brazos.

Steve simplemente asintió, rompiendo de la camisa del contrario, notando su pequeña pancita, donde estaba el bebé de ambos, se distrajo admirándolá, el árcangel caído lo miro enternecido... pero también seguía erecto.

- Cariño no es que no me encante que te emocione el cachorro, pero ya tendrás más tiempo de disfrutar mi embarazo... si no te molesta tengo justo ahora un problema entre las piernas que necesito que atiendas – gimió, notando la sonrisa de su capitán quien lo acomodo en la cama, deshaciéndose de sus propios pantalones y de los ajenos, así como de la ropa interior de ambos.

El moreno se relamio los labios, al ver la gran polla del soldado, quien sin perder el tiempo se posiciono entre sus piernas y lo penetro de una sola estocada, Lucifer ya había lubricado por las caricias previas, y también entre gemidos de placer admitía lo mucho que había extrañado el tacto contrario.

Definitivamente uno de los mejores inventos de los humanos era el sexo de reconciliación.

Perdido en placer el árcangel caído admitió para sí.  

La tragedia en la similitudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora