Capítulo 19

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El señor Blume dudaba de si su hija seguía allí con él y con el médico. Parecía que su mente estaba volando a otro mundo mientras que le explicaba las operaciones que tuvo y las consecuencias que podría tener de cara al futuro. Le apretó más la mano que le estaba agarrando para que atendiera y ___ giró la cabeza hacia ellos, asintiendo en silencio. Pero en realidad no quería saber la verdad.

—Según tengo entendido, HYDRA es una organización terrorista dedicada al ocultismo, de ahí a que a usted le practicaran esa herida. Tal vez intentaran realizar alguna especie de ritual...

—Eso es lo más horrible que he escuchado nunca —exclamó su padre horrorizado y ___ lo miró desde abajo, abrazándose un poco al brazo que tenía de él por sus hombros.

—Le reconstruimos el útero, pero no sabemos las probabilidades que pueda tener de estar embarazada.

A ___ no le importaba no tener hijos. Ahora mismo no sabía ni como había salido de esta. Se sentía rara, mal, decepcionada y escasa de palabras. Solo quería salir de ese espacio blanco y volver a su casa, pero a su casa de verdad.

—Gracias doctor por atenderme —le agradeció con la voz algo áspera.

—No tienes por qué. De todas maneras hoy mismo puedes descansar en tu casa.

—¿Ya tiene el alta?

—Sí, dentro de unas horas, cuando tengamos el resultado de la analítica. Pero todo está bien y su útero está cicatrizado. Solo tiene que hacerse las curas en casa y estar tumbada la mayoría del tiempo.

El doctor salió de la habitación y los dejó a ambos solos. ___ volvió a tumbarse en la cama y su padre no le soltó la mano.

—Cuando estés en casa te podrás mucho mejor que en este sitio, ya verás.

___ se quedó en silencio un momento. Estaba afectada, no sabía qué decir. Solo notó el pulso de su padre contra la palma de su mano y sintió que uno de los pilares fundamentales de su vida se sostenía con fuerza.

...

Eran cerca de las cinco de la tarde cuando ___ tomó las muletas y salió con su padre del hospital. No le dolía mucho el vientre y ese pequeño camino hasta su casa podía hacerlo. El hospital estaba a dos calles de S.H.I.E.L.D. y este tres calles más abajo de su casa. Era algo que podía hacer.

Hacía un frío terrible. Según su padre, era diciembre. Tenía que serlo, la decoración navideña adornaba las calles coquetamente, y las tiendas ya estaban dispuestas a vender regalos y chocolates para el día de Nochebuena. También las parejas disfrutaban mientras paseaban su amor por la avenida. ___ giró la cara hacia el suelo.

—¿Te ha sido difícil estar en el hospital, papá? —le preguntó preocupada por él.

—No demasiado. Me ha ayudado tu amigo, ese chico, el capitán —___ volvió a agachar la cabeza— se ha quedado todas las noches que ha podido.

La rubia sintió un pinchazo en los ojos y un remolino bajo las costillas. Ahora sería más difícil olvidarse de él. En unos meses había compartido más con este Steve que con el otro en cinco años. La había besado.

La había besado...

Y no se acordaba de nada.

—Te quiere mucho —terminó por decir su padre.

—No me quiere, solo está confundido —intentó restarle importancia mientras respiraba aquél aire gélido— está enamorado de alguien más.

—Aun así, hay que agradecérselo.

Desde los rincones del pasado (Steve Rogers y tú) [MARVEL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora