Desde los rincones del pasado (Steve Rogers y tú) [MARVEL]

Capítulo 14

Te sientes miserable cuando te encuentras atrapado en un agujero asqueroso, sin luz, sin agua ni comida, con heridas graves y lo peor, la persona que más te importa se está muriendo justo en frente de ti y tú no puedes hacer nada por impedirlo.

___ pasó saliva con dificultad por su lengua, aunque la hinchazón ya estaba remitiendo, pero no el dolor. Tampoco se atrevía a quitarse las botas y mirarse la pierna. Sospechaba que el hueso que tenía roto atravesó la piel y ella no era doctora para tratarse, además de la oscuridad absoluta sobre ellos.

No quería hacer ningún movimiento en falso, pero escuchaba el jadeo angustiado de Steve y no podía evitar agobiarse.

Suspiró adolorida, sujetándose las costillas. Tenía un poco de crema antibiótica y gasas. Tal vez eso pudiera aliviarle.

Con unos movimientos lentos, muy lentos, despegó de nuevo la espalda de la pared y se arrastró un poco, porque no había casi nada de espacio, hasta el camastro donde se encontraba el capitán.

Tomó la linterna encendida entre sus dientes y apuntó a la herida. No tenía evolución, tal vez el suero le ayudaba a combatir el veneno y se alegró un poco. Con cuidado tomó las gasas y las embadurnó en la crema, metiéndolas así dentro de la herida, haciendo que Steve soltaba un quejido más grande e involuntariamente pegara un puñetazo justo en la cara de ___ que no le dio tiempo a esquivar.

La linterna saltó de su boca y se sujetó la mandíbula tras el impacto. Ese golpe repercutió en todo el cuerpo como un rayo atravesando un árbol, pero aun así aguantó, porque Steve no sabía lo que hacía y necesitaba eso, que lo cuidara por esta vez.

—Steve despierta... —le llamó como pudo con las lágrimas saltadas, zarandeándole del hombro.

Mientras lo hacía no podía evitar pensar en por qué estaba encerrada. Tal vez por el mismo motivo que sus otros compañeros y quizá Wanda estaría igual. Entendía que apresaran al rubio pero a ella no. Podrían haberla matado, era un simple soldado.

Parecía que lo que pasaron anteriormente no tenía cabida en la mente de ___. Él no le hizo nada, se decía. Fue el otro Steve. Este no tenía culpa. La estaba necesitando y ella haría todo lo que estuviera en su mano. Era muy rencorosa y tenía mal genio cuando se enfadaba, pero no en estas condiciones... Y encima se estaba arrepintiendo por la manera en que lo trató en la cafetería.

Cuando terminó apartó el flequillo del rubio de la frente. Estaba sudando muchísimo pero no tenía fiebre. Los labios estaban secos y cada vez hacía más frío.

___ no era tonta. Sabía que los estaban vigilando.

—Necesitamos agua y comida —habló siendo lo más clara posible, esperando a que respondieran— no sé cuál es vuestro propósito, pero no creo que queráis que el Capitán América muera. Por algo lo tenéis encerrado.

Se quedó junto a él hasta que respondieran, frotándole los brazos con su mano sana para que entrara en calor, pero no obtuvo ninguna respuesta.

Negó con la cabeza y volvió a apoyarse en la pared. Solo quedaba esperar.

...

Un sonido fuerte despertó a ___. No sabía cuánto tiempo había dormido pero habrían sido varias horas. Se asustó, aún no se creía que estuviera en ese horrible lugar, así que escondió la cara en la esquina de la pared, cerrando los ojos con fuerza. El vaho salía de su nariz y temblaba del miedo. Todo era una pesadilla, pero lo bueno de las pesadillas es que despiertas en tu cama. Este no era el caso.

Sin pensar mucho más llevó las manos al cierre de su casco y se lo quitó. Se acarició el pelo, recogido en horquillas y de pronto el estómago comenzó a rugirle de hambre.