5: Hablemos

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Con la carta en una mano, el corazón latiendo como loco y mi respiración descontrolada, salgo de la cafetería y empiezo a caminar por los pasillos buscándolo no muy disimuladamente.

No sé por qué lo seguí afuera cuando vivo defendiendo que no hay nada de hablar. Escucho unos pasos y luego un teléfono sonar y se a donde se dirigen.

Camino hasta el salón de música y aunque suena raro, puedo oler su colonia en el lugar.

— ¿Aaron? - Lo llamo.

— ¡Bu!

— ¡Carajo! — grito cerrando los ojos .

Al abrirlos él está frente a mí con una sonrisa.

— ¿Se puede saber que te pasa? — le digo — ¡Casi me matas del susto, maldito enfermo!

— Eres fácil de asustar - sonríe y mi corazón se acelera, como siempre - ¿Por qué me seguiste?

— ¿Yo? - finjo demencia - no te segui, solo vine... A tocar un rato.

— Digamos que te creo.

— ¿Por qué me mandaste la carta? - se la muestro - ¿La nota en mi horario o la que enviaste con Sasha? Ya pasaron dos años, y según recuerdos fuiste tú quien acabó todo.

Él baja la cabeza y ya no se ve tan confiado como hace un rato.

— Lo siento - murmura.

— No, no lo sientes - pego la carta contra su pecho - No sientes nada de lo que está pasando, el mes pasado también me mandaste una carta, una maldita carta diciendo que me amas.

Un nudo en mi garganta empieza a formarse, pero él solo responde:

— Lo siento.

Suelto una risa irónica y aprieto mis labios.

— Esa parece ser la única frase que sabes, dime de una puta vez que quieres y déjame seguir. No sabes lo difícil que fue para mí, intentado superar algo que no entendía, lo había hecho bien hasta que leí tu estupida carta diciendo que me amas ¿Es cierto? ¿Lo haces?

Él hace un intento de hablar pero me adelanto.

— Y como vuelvas a decir que lo sientes, me voy de aquí.

Mi respiración es errática al igual que la de él, veo borroso por las lágrimas en mis ojos. Siento una presión en mi pecho solo con su presencia, su olor y el tenerlo frente a mí, de hablarle después de tanto tiempo.

— Yo... No quise hacerlo, en serio. Todo lo que decía la carta es cierto Jonah.

Escucharlo decir mi nombre de nuevo hace que el nudo en mi garganta crezca.

>> ¿La leíste? Esta carta - la muestra -¿Lo hiciste?

— No - hace un ademán de entregarmela y niego - Si vas a decirme algo, lo vas a decir justo aquí, en persona y no por un estúpido pedazo de papel. Ya estas lo suficientemente grande como para no hablar cara a cara.

Aaron se mantiene en silencio y tomo eso como mi respuesta, asiento lentamente.

— Bien, no quiero que sigas enviando más mensajes, cartas o lo que sea. Si vas a decirme algo que salga por tu boca, no voy a leer ninguna mierda que me mandes. Estaba bien, en serio, quizás no te he superado pero los sentimientos estaban dormidos. Quiero olvidarlo todo y me duele que no me dejes.

— No quiero que me olvides, no quiero dejar de gustarte, porque tú no has dejado de hacerlo - dice.

Limpio unas lágrimas y lo miro directo a sus ojos azules.

— Lo que tú quieras - digo con el dolor muy notorio en mi voz — no es mi responsabilidad.

— Por favor - pide con la voz ronca y eso hace que mi corazón se rompa aún más.

— Cuando te atrevas a hablar sin barreras, te escucharé. No lo entiendes pero quiero dejarlo ir, me gustaría hacerlo.

Hago un ademán de moverme pero él se interpone.

— ¿Aún me quieres? - pregunta.

Aprieto mis labios y niego con la cabeza.

— No voy a responder eso, decídete de una buena vez que es lo que quieres.

Pasó por su lado pero él enreda una mano en mi brazo, siento el jalón hacia su cuerpo y luego sus labios sobre los míos. Sus manos toman mi rostro e involuntariamente pasó mis manos por su cuello, solo es una presión antes de que él empiece a mover sus labios contra los mios, guiando el beso.

Nos besamos de una forma lenta pero decisiva, siento el sabor salado por las lágrimas y cuando el aire se acaba, debemos separarnos.

Aaron apoya su frente de la mía y suspira, nos mantenemos cerca por lo que siento su aliento sobre mis labios.

— Yo... Trataré de explicártelo, por favor, por favor no me dejes - prácticamente ruega.

— No voy a esperarte, no espero nada de ti - digo con la voz rota.

— Dame tiempo, no me dejes Jonah.

Sus manos se mantienen en mis mejillas y lo siento besarme, hace al menos tres presiones suaves contra mis labios antes de soltarme y vernos a los ojos.

— Te amo... - susurra y siento el palpitar de mi corazón en todas partes.

— No, no lo digas porque no voy a esperarte. Si vas a explicar, bien, pero no voy a pausar mi vida por ti, no otra vez.

Él asiente y lo veo limpiar sus lágrimas.

El timbre suena y sin decir nada salgo del salón pero me detengo al ver tres las figuras frente a mi, mirándome.

Uno de ellos sin saber qué pasa del todo, mientras que los otros dos tienen sus brazos cruzados sobre su pecho y una de sus cejas encarnadas. Se ven completamente iguales.

Aaron sale después de un rato y se paraliza al ver a los gemelos y a Sasha mirándonos con las preguntas claras en su rostro.

— Eh, tengo que irme — es lo único que dice antes de salir prácticamente corriendo.

— ¿Y tú también debes irte? -cuestiona Mark de brazos cruzados pero con una sonrisa de diversión en su rostro.

Le pongo mala cara y empiezo a caminar a mi salón junto a Sasha.

— ¡Vamos a hablar de esto! - grita Marc - No se queda así, te llevamos a casa.

Ellos se alejan por el pasillo y miro a Sasha.

— ¿Tanto se nota? - pregunto.

Él me ve de reojo y me sonríe.

— Nah, pense que estabas mal, por los ojos rojos hasta que lo ví a él, ambos con los labios hinchados y cabello desordenado, seguro hablaban y solo eso.

Río irónicamente y ruedo los ojos — No es lo que parece.

— Ya.

— Bueno un poco.

— Ok.

— Agh, en este momento no me agradas - lo señalo y entro a nuestro salón hasta sentarme en mi lugar de siempre.

El chico ríe sentándose frente a mí — Al menos ya no debes usarme de escudo ¿O si?

— Cállate y siéntate - le ordeno pero sonrío.

Veo a Aaron y Abby entrar, la última me mira y golpea juguetonamente el hombro del chico, él le frunce el ceño mirándome de reojo y estoy casi seguro de que mi rostro se puso completamente rojo.

La clase empieza pero yo no puedo dejar de pensar en lo que pasó.

Mierda, y yo diciendo que quería olvidar, termine fue besándome con él.

Nuestro Pequeño Espacio [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora