Te invitaron a una fiesta, y por consecuencia, a mí también.
¿Te acuerdas de esa morocha de pelo corto que una vez te presenté? Bueno, ella me ayudó con el vestido que llevaría. Su nombre era Maggie. Siempre te dije que era una muy buena amiga, atenta y encantadora, pero tú nunca me escuchabas.
Ella había llegado una hora antes que tú y se dispuso a revolear toda prenda que encontrara en mi armario, hasta que dio con la "indicada".
Me acuerdo perfectamente de ese vestido. Era negro con escote corazón, que no llegaba a más arriba de mi rodilla. A Maggie le fascinó cómo quedaba puesto en mí. Supongo que a mí también me gustaba.
Me maquilló y peinó hasta el último segundo en el que tocaras el timbre de mi puerta. Me dijo: <Ve a excitar a algunos hombres.>, y yo sólo pude responder: <Gracias por todo.>
Porque yo no quería excitar a ningún hombre. Ni siquiera quería ir a esa estúpida fiesta en la que estaba segura de que me aburriría y luego iría al jardín delantero para poder pensar en cuántas posibilidades tendría para que te dieras cuenta que me quería largar de ese infierno. Pero nuevamente me quedé callada, no dije nada en toda la noche que no fuera <Sí, muy buena la fiesta>, o un <Sí, mucho gusto>. Porque quería que te divirtieras y tuvieras una noche para despejarte, porque quería que vieras que al menos intentaba encajar en tu grupo.
Así que me quedé en un rincón. Tú estabas conmigo la mayoría del tiempo, hasta que alguno de tus amigos te sacaba de mi lado para enseñarte algo, o sólo para presentarte a alguien.
Luego de un rato me cansé e hice lo ya planeado anteriormente. Me dirigí al jardín principal y me senté en una banca, alejada de cualquier persona. Mi mente divagaba por cualquier lado, pensando, recapacitando, recordando. Supongo que ahí fue cuando tomé mi decisión.
Te busqué por diez minutos. En la cocina, los baños y por último me dispuse a ir a los dormitorios.
Había cerca de quince puertas, todas cerradas. Fui de una en una, y cuando pensé que no te encontraría más, escuché tu voz.
Me acerqué al lugar donde provenía ese sonido tan conocido y abrí apenas la puerta.
Todo había sido un error.
Por eso me dejaste caer, ahora rescátame.
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Rescátame
Teen FictionCuando el amor se esfuma, lo único que puedes hacer es esperar a que te rescaten.