Sorpresa

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Las siguientes semanas verdaderamente me sorprendiste.

A donde quiera que fuera, tú estabas ahí, con esa mirada que podría alterar a cualquier mujer, pero a la única mujer a quien tu mirada era dirigida era hacia mí.

¡Así que imagina mi sorpresa! Tú, el chico más deseado, con el que soñé tantos años, estaba mirándome. Tú estabas mirándome a mí.

Y por más que te parezca una broma me asustaste como nadie ese día en el que me “raptaste” en el cuarto de conserjes.

Mi respiración no estaba alterada, sino que prácticamente no tenía  aire.

Me miraste,  sonreíste con tu típica sonrisa ladeada y susurraste un suave “Sh” antes de que pudiera gritar.

Recuerdo perfectamente que tenía la mente en blanco. Lo único que podía hacer era quedarme parada en frente tuyo esperando a que dijeras el propósito por el cual nos encerraste en esa mínima habitación.

–Sé que esto es algo raro, y créeme que yo tampoco sé exactamente qué estoy haciendo aquí, pero hay algo que debía decirte desde hace un tiempo.

Asentí, totalmente embobada con tu voz.

–OK –respiraste hondo antes de empezar–. Hay algo dentro de mí, más bien, hay un sentimiento dentro de mí. Y ese sentimiento no se va. Y tal vez te parezca una total estupidez que te esté diciendo esto, pero creo que me gustas. Es más, no lo creo, me gustas. Desde aquella noche no dejé de pensar en ti, en tus labios tan cerca de los míos pero sin embargo intocables. No puedo alejarte de mi mente, y creí que ya era tiempo de decírtelo.

Imagino que mi expresión en ese momento era para una foto. La única idiotez era que yo no podía creer lo que estaba pasando en ese espacio pequeño. Gustabas de mí. Yo, la chica más indeseable, le gustaba a alguien imposible.

–Así que necesito preguntarte algo, porque si no me arrepentiré por el resto de mis días –y lo soltaste–. ¿Quisieras ser mi novia?

Y yo me arrepiento de mis pensamientos.

–Sí.

Por eso me dejaste caer, ahora rescátame.

RescátameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora