Sentados el uno al lado del otro en esa playa llena de recuerdos, en la que siete años atrás, nos convertimos en novios por primera vez.
Disfrutaba del sol, sintiendo tu respiración en mi cuello. Quería quedarme así para toda mi vida.
–Si no me encuentras enseguida, no te desanimes; si no estoy en aquel sitio, búscame en otro. Te espero, en algún sitio estoy esperándote. –Dijiste mirando hacia el mar– Walt Whitman.
Me tomé unos segundos para razonar esa frase. ¿Era que en realidad no estabas aquí conmigo? ¿Significaba que en algún momento, en algún lugar, tal vez te encontraría? ¿Encontrarte verdaderamente a ti?
–Qué hermoso –dije, queriendo escuchar nuevamente tu voz, dejando de lado las preguntas sin respuestas.
Tú sólo asentiste y tomaste mi mano, acariciándola.
Nunca te lo dije, pero me encantaba que pudieras expresarte mediante versos. Que pudieras recitarlos frente a mí. Siempre pensé que algún día serías un hombre respetuoso, inteligente, al que nadie le llevaría la contra. Me sentía orgullosa de ti.
–El amor es blando, ciego y sordo. No te dejes hundir tan fácilmente –dijiste luego de minutos de silencio.
Lo que no sabías era que yo ya me había hundido hacía tiempo atrás.
Por eso me dejaste caer, ahora rescátame.
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Rescátame
Teen FictionCuando el amor se esfuma, lo único que puedes hacer es esperar a que te rescaten.