Día 4 | Parte 3

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Al final, decidieron ir al buffet del hotel y llenar sus estómagos, o estómago depende de cómo lo mires, algo que fuese comida de verdad y no chatarra. Estaba mediocre, pero no podían quejarse tanto, comida era comida. Eddie propuso, ya después de haber terminado de comer, caminar por los alrededores y ver un poco la ciudad, Venom terminó por aceptar. Se pusieron en marcha, fueron a muchos lugares turísticos como algunos museos gratuitos, plazas y hasta un centro comercial, en lo último no compraron nada, solo vieron.

El tiempo que pasaron juntos, a ojos de Eddie, fue lindo. Extrañaba tanto esa cercanía, ese sentimiento de pertenencia demásiado acogedora, le gustaba sentirse a salvo junto a Venom. Le gustaba verlo maravillarse por cosas simples, le gustaba su rara manía de molestarlo y, por supuesto, le gustaba el mismo Venom.

Nunca lo había pensado tanto, pero se sentía a gusto estando ambos así, juntos, y no le gustaría de ninguna otra manera. Porque estar con Venom era algo imposible de explicar con palabras, imposible de explicar lo que hacía su corazón y por dónde iba su mente. Estar con Venom era sinónimo de hogar.

Recordó las noches donde no hablaban, noches que pasaron después de la maldita pelea de celos enfermizos donde Eddie estaba inquieto y solo, como si la oscuridad lo estuviera queriendo consumir. Sintió tristeza, Venom lo notó.

—¿Eddie?

Y Eddie no sabía qué decirle.

—Hay que apurarnos —dijo—, los fuegos artificiales empezarán en unas pocas horas. Vayamos al hotel a prepararnos para la noche.

Venom no dijo nada, no tenía que decir nada en verdad pero quería que insistiera, que le preguntaste qué pasaba. Se encaminaron hacia el hotel, como había dicho Eddie, solo que el aire que los rodeaba estaba extraño.

Día se hizo noche, y el miedo los abrazó con fuerza. Solo miedo a qué exactamente, eso no estaba tan claro.

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