Road Trip

Día 3 | Parte 3

Eddie supuso que el cielo estaba a unos cuantos minutos para que se oscureciera completamente, y decidió aprovechar para salir y estirarse un poco.

—El cielo está rosa —miró hacia arriba con una sonrisa— y morado. Hasta creo que hay naranja por ahí escondido entre más nubes.

—Hay algodones de azúcar arriba, ¿se pueden comer, Eddie?

—No, esas son las nubes.

—Marica aburrido.

—Parásito bastardo.

—¡No soy un parásito! —exclamó indignado.

—¡Y yo no soy marica!

—Eso es debatible.

—Tú eres debatible, Venom.

—Eso no tiene sentido, Eddie.

Y él decidió no agregar nada más a la conversación, sino se obligó a observar el paisaje. Habían montañas grandes y rocosas, con algunas cuantas plantas y árboles esparcidos. La ciudad se se sentía ahora tan lejana, casi como si en verdad su vida allá fuese un sueño del cual un día simplemente despertó, pero sabía que eso no era cierto.

—El sol se está ocultando ya —anunció, viendo en su celular la hora—. Es hora de irnos.

—¿Cuánto falta para llegar?

—No estoy del todo seguro —dijo—. Pero quizá mañana por la mañana a más tardar.

Venom soltó un gruñido, decidió ignorarlo mientras tomaba una rápida foto al paisaje para después enviársela a Anne.

—¿Listo? —dijo, ya dentro del auto y prendiendo la radio, una tal canción sonó de la cual Eddie ni Venom conocían y, pese a ello, no se cambió.

—Tengo hambre.

—Siempre tienes hambre —se alejó.

—Qué rico se ve tu intestino, Eddie.

—Agh, bien —buscó entre su chamarra una barra de chocolate a medio terminar y se lo dió al maldito parásito que estaba por su hombro—. ¿Feliz?

Venom comenzó a hacer un ruido que sonaba como un ronroneo, y su corazón no pudo evitar dar un pequeño salto. Él comió el pedazo de chocolate con mucho gusto y Eddie solo pudo intentar tranquilizarse.

Aceleró el motor y el auto comenzó a avanzar. Como Eddie había supuesto, la noche cayó de un momento a otro y, aún cansado por el viaje, se sentía bien tener a Venom a su lado por fin.