Capitulo 12

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    A PESAR de su rechazo de la noche anterior, a la mañana siguiente Eunbi esperaba encontrarlo en la puerta.

Pero no había ni rastro de él. De hecho, el SunHee parecía desierto a la luz del día.

Cuando terminó el desayuno, fue al pueblo para denunciar el intento de robo de la noche anterior, pero en la comisaría no parecían tener muchas esperanzas de encontrar al culpable. Parecían interesados, sin embargo, en la visita del comprador de antigüedades. En cualquier caso, le dieron muy buenas palabras y le dijeron que podía sentirse afortunada de que todo hubiera quedado en un susto.

Lo único que había olvidado, se daba cuenta mientras volvía a casa, era hablarles de la presencia de Jeon Jungkook.

Durante la noche, se había convencido a sí misma de que él no tenía nada que ver y que sus acusaciones habían sido debidas al miedo y a la sorpresa. Pero el resto de las preguntas seguían sin respuesta.

La noche anterior, él había sido un compañero simpático y alegre y ella se había sentido más feliz de lo que se había sentido en mucho tiempo, desde que...

No quería seguir pensando en aquello. Quizá el ladrón le había hecho un favor después de todo. Porque si hubiera ido a tomar una copa al SunHee no sabía cómo habrían terminado. Pero podía haberlo lamentado el resto de su vida.

Y ya tenía suficientes malos recuerdos, se decía. No había caballete cuando volvió a casa, ni música saliendo del barco, ni perrito con un mensaje en el collar. Eunbi se decía a sí misma que debía seguir pintando, pero la idea no le parecía nada seductora. Al fin y al cabo, estaba de vacaciones y lo normal durante las vacaciones era descansar y tomar el sol.

Decidida, se puso un bikini y salió de la casa con una toalla para tumbarse cerca del agua.

Era un lujo estar allí sola, pensaba estirándose bajo el sol. Aquella era la mejor idea que había tenido en mucho tiempo.

Pero no podía relajarse. Intentaba concentrarse en un libro o escuchar la música en la radio, pero, se daba cuenta de que estaba alerta, esperando oír los pasos de Jungkook.

—Esto es ridículo —dijo por fin, poniéndose una camisa blanca y dirigiéndose hacia el SunHee. Eunbi le debía una explicación por lo de la noche anterior y lo sabía. Y era muy fácil. Lo único que tenía que hacer era subir a bordo y decirle: «¿Es demasiado tarde para tomar una copa?» O algo parecido. Cualquier cosa divertida que le diera a entender que la noche anterior estaba asustada y sorprendida y había dicho cosas que no quería decir. Cuando llegó frente al barco, se colocó las manos alrededor de la boca, como micrófono—. ¡Ah del barco! ¡Solicito permiso para subir a bordo!

Pero no recibió respuesta. Ni siquiera un ladrido de Buster.

Sin darse cuenta de lo que hacía, unos segundos más tarde estaba en la cubierta del SunHee y después bajaba la escalerilla, pensando que encontraría a Jungkook en su camarote. Comparado con el barco de su padre, aquello era un palacio, pensaba. Había dos cabinas, una moderna galera y un salón con las paredes revestidas de madera.

Era una pena que un barco tan bonito estuviera varado allí. Podía imaginárselo navegando, por el estuario hasta mar abierto.

Podía oír el ruido de las olas en el casco y oler el aire salado. Podía imaginarlos a los dos haciendo turnos al timón. Por la noche, echarían el anda en alguna cala apartada y ella dormiría en la amplia cama de la cabina, entre los brazos de Jungkook.

Pero eso no eran más que sueños, se decía, mordiéndose los labios. Entre los brazos de Jungkook dormiría otra mujer.

Cuando volvió al salón, vio que había un sofá que hacía esquina, dos sillones y una mesa grande cubierta de papeles.

Más dibujos, pensaba. Jungkook estaría perdiendo oportunidades de navegar, pero no su tiempo.

Los dibujos no eran de Goyang, sino de un tema bien diferente: un grupo de pequeños chalets, todos iguales, con una fila de coches aparcados frente a ellos.

El segundo dibujo era una vista alternativa de lo mismo y el siguiente, un plano a escala. No eran solamente un grupo de casas, sino tres grupos y en una esquina del papel leyó: Plan para el embarcadero propiedad de Han Jung Hyun.

Eunbi se quedó mirando aquello hasta que las letras empezaron a desaparecer bajo sus ojos. Se estaba sujetando al borde de la mesa tan fuerte que tenía los nudillos blancos.

Se llamaba a sí mismo delineante, pero no era sólo eso. Jeon Jungkook era un arquitecto y había ido a Goyang con un propósito.

Eunbi soltó el plano sobre la mesa, como si fuera a contaminarla.

Si compraba la propiedad de Han Jung Hyun, Goyang acabaría siendo una urbanización. Se acabarían la paz y tranquilad que habían tenido desde que era pequeña, habría gente por todas partes, ruido de tráfico... Eunbi miraba el dibujo de los coches aparcados con desprecio. Por no pensar en la cantidad de barcos que habría atracados frente a su ventana.

Sería el final de una época, se decía, como si no pudiera creerlo.

Debajo de la mesa había una carpeta, se fijó. Quizá habría más dibujos allí. Más pistas para saber cuál era exactamente su plan y qué lejos había llegado.

Eunbi se arrodilló para abrirla, pero allí no había planos, sólo acuarelas. Paisajes, sobre todo. La primera era la que él le había enseñado.

Eunbi la sacó de la carpeta y la miró. «¿Cómo podía pintar la frágil belleza de aquel paisaje con tanta delicadeza cuando estaba planeando destruirla?», se preguntó.

Mientras observaba el dibujo, se dio cuenta de que no era la acuarela que él le había enseñado. Era diferente, había cambiado...

La casa seguía envuelta por una luz dorada, pero en una de las ventanas aparecía la figura de una mujer desnuda, una figura pagana con la cara elevada al sol y las manos sobre los pechos. Un estudio sensual del cuerpo femenino. Su cuerpo...

La había visto aquella mañana, pensaba sintiendo que le ardía la cara. La había visto...

En ese momento oyó que alguien se acercaba al barco y, de repente, los ladridos furiosos de Buster que bajaba corriendo al salón, seguido de Jungkook, Eunbi se levantó con la acuarela en la mano.

El animal se quedó parado a su lado, moviendo la cola al reconocerla y esperando una caricia. Pero Eunbi no podía moverse.

—Bienvenida al SunHee —dijo él por fin—. Me alegro de que estés como en tu casa.

—¿Estás seguro? —Preguntó ella, dándose la vuelta para tirar al suelo los planos que había sobre la mesa—. No voy a dejar que lo hagas.

—¿Y cómo piensas evitarlo? —preguntó él. El hombre que encendía su sangre había desaparecido, dejando en su lugar a un perfecto extraño.

—Porque voy a comprar la propiedad de Han Jung Hyun —contestó ella.

—¿Estás segura de que está en venta?

—Por supuesto. Voy a hablar con la inmobiliaria el lunes.

—Te ahorraré el viaje. La casa del viejo Han pertenece ahora a su nieto y él no quiere vender.

—El señor Han no tenía familia.

—Te equivocas. Tenía una hija. No se hablaron durante muchos años, pero él le dejó todo a su nieto.

—¿Y tú cómo sabes todo eso?

—¿Tú qué crees? —Sonrió él con tristeza—. Mientras mirabas los planos, podrías haberte fijado en las iniciales: JJK. Jeon Jung Kook —añadió. Eunbi lanzó un gemido de sorpresa—. Exactamente, señorita Jung. Yo soy el nieto de Han Jung Hyun. Y, como ves, tengo mis propias ideas sobre el futuro de mi propiedad.





No Man For Her - EUNKOOK +18 (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora