C A P I T U L O 5.
—Amén. —Dijo la madre superiora y sin muchos ánimos me levanté del banco que había en la pequeña capilla.
Me dirigí a la salida a paso apresurado pero una voz me detuvo.
—Laura. —Llamó en un tono serio. Me giré para mirarla y en sus ojos podía ver que estaba preocupada, la pregunta era... ¿Por qué? —¿Cómo estás?
Fruncí el ceño ante su pregunta. —Estoy bien. ¿Por qué lo pregunta? —Contesté algo desconfiada.
—Han pasado tres meses y quería saber si algo extraño te había estado ocurriendo nuevamente, sabes que tu bienestar es importante para nosotros y desde aquel suceso tan extraño, debemos estar atentos.
Un aire de desconfianza me atravesó pero decidí no preguntar, lo haría en otro momento. Debo averiguar todo poco a poco, si me lanzo al vacío sin paracaídas puedo estar en peligro así que seré cuidadosa.
No mentí, en realidad desde aquel día que regresé del cementerio después de la discusión con Felipe no había vuelto a suceder nada, no escuché aquella voz de nuevo, y rogaba porque siguiera siendo así. Ciertamente, me aburría en éste lugar aveces pero intentaba buscar alguna actividad que me entretuviera por al menos un rato, descubrí que la señal sólo llegaba en la pequeña cascada a la que fui con el castaño, así que todas las tardes iba a la cascada a buscar señal.
No me aprendí todas las oraciones, y sinceramente, no rezaba pero iba a las misas, el padre Federico aún no regresaba de su viaje así que la operación «Esclava de Plata» había sido pausada hasta su regreso.
Mis días se basaban en comer, rezar y ayudar a los pobres, y aún no me entraba en la mente cómo todas ellas podían vivir de ésta forma hasta su muerte. Lo mismo cada día debía aburrirlas, aunque no sé si así sea todo, éste monasterio es cómo una especie de correccional, así que posiblemente sea una especie de disciplina o castigo para nosotras.
El tiempo cada día transcurría mucho más lento y aún no veía la hora para poder salir de aquí, estaba obedeciendo a todo lo que me pedían pero eso no significaba que no quisiera irme, si quería, y con muchas más ganas sabiendo que no había algún misterio o aventura por vivir aquí.
Pensé que me sucedería algo loco, por lo menos un problema, pero no sucedió. Eso me decepcionó mucho.
Acabábamos de rezar por última vez en el día de hoy, era hora de dormir así que cada una se fue a su habitación pero terminé emprendiendo camino a la mía de última por la extraña conversación que tuve con la madre superiora, todas estaban en sus habitaciones, pues a ninguna le gustaba quedarse sola en éste lugar, les causaba miedo.
Yo por otro lado, no le prestaba mucha atención al lugar, se veía terrorífico pero nada que no pudiera ignorar. Subí las escaleras para llegar al piso de las habitaciones y escuché la risa de un niño detrás de mí, cómo si estuviera corriendo y riéndose.
Me detuve y miré hacia atrás, pero no había nadie. Ignoré el hecho de que lo que había escuchado, tal vez estaba cansada. Sacudí mi cabeza y sonreí por estar pensando tonterías, debo estar delirando por estar tanto tiempo aquí.
Seguí subiendo los escalones y cuando llegué a la mitad del camino para estar en el piso de las habitaciones, sentí un jalón en mi capa. Me tambaleé unos pasos hacia atrás y antes de caer me sostuve del borde de las escaleras, me giré rápidamente con el corazón en la garganta, pero no había nadie.
—¿Quién eres? —Susurré esperando que nadie contestara y que haya sido mi imaginación pensando tonterías. Pero no fue así.
—Laura. —Escuché muy cerca de mi oído y un escalofrío me recorrió todo el cuerpo, esperé a que mis oídos comenzaran a doler pero no sucedió, no sentí nada más que mi corazón martillando en mi pecho, desesperado.
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El Templo © [✔]
Mystery / Thriller[COMPLETADA] Maria Laura Russo, es enviada por sus padres a un convento de monjas para que corrigieran su actitud. Los padres estaban cansados de explicarle e intentar hacerle entender que no podía hacer el tipo de cosas que acostumbraba a hacer, pe...