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C A P I T U L O   6.

Abrí mis ojos de golpe y respiré profundo cómo si jamás lo hubiera hecho, toqué mi cuello y mi cara, al darme cuenta de que aún seguía viva, me calmé y miré a mi alrededor.

Estaba en mi habitación.

Ésto no es posible.

Estaba en el bosque. Yo había ido al bosque con aquella sombra y estuve en el cementerio, ¿cómo llegué aquí?

Sentí una punzada en el costado de mi cabeza y la toqué inconscientemente, me incorporé en la cama e intenté recordar algo después de que toqué su capa, pero todo era de color negro, no recordaba nada más después de eso.

Miré el reloj en la pared y aún era muy temprano, los rayos del sol apenas estaban comenzando a asomarse entre las nubes, suspiré y me levanté de la cama, me dirigí al baño para darme una ducha, el agua en éste lugar era helada pero justo ahora la necesitaba así.

Escuché toques firmes en mi puerta y me vestí lo más rápido que pude, salí del baño y me acerqué a ésta. La abrí y me encontré con una Isabella asustada; sus ojos estaban rojos e hinchados cómo si hubiera llorado mucho, se veía cansada y aturdida.

—¿Qué te pasó? —Pregunté apenas la vi en ese estado.

—¿Por qué hiciste eso anoche? —Regañó.

—¿De qué rayos me estás hablando?

Ay, joder, ¿Qué habré hecho?

Me dio una mirada de ira mezclada con confusión. —¿Cómo que de qué te estoy hablando? ¡Lo que hiciste anoche! ¡O mejor dicho, lo que dijiste! —Elevó el tono de voz y le hice señas para que no hiciera ruido.

—¿Quisieras refrescarme la memoria? —Pedí con sarcasmo y ella elevó una ceja.

—¿Qué es lo que sucede contigo? —Suspiró exasperada. Colocó una mano en su frente y comenzó a caminar por toda la habitación. —Anoche, una de nuestras compañeras se ha cortado la garganta, saliste a ver qué sucedía y tu gran comentario fue "Tendría sus razones" te encogiste de hombros y te encerraste aquí, ahora, ¿Qué diablos sucede contigo? —Explicó todo con rapidez y sentí un vacío en mi estómago muy incómodo.

Tragué saliva.

—Ésto no está bien... —Murmuré. —Yo no estaba aquí anoche. —La miré a los ojos y todo rastro de molestia fue desechado, tragó grueso y su expresión era de asombro total.

Rió con nerviosismo. —¿Cómo que no estabas? —Negó con la cabeza. —Yo te vi, estabas a mi lado, cuando viste la escena dijiste eso y te fuiste sin más.

—Te juro que no fui yo. —Solté. Tenía el corazón en la garganta.

¿Cómo así que yo...? No. No era yo.

No lo recuerdo y eso es más que suficiente para saber que no fui yo, no estuve ahí, no tengo ningún recuerdo después de lo sucedido en el bosque.

Miré a Isabella debatiéndome entre contarle o no, obté por hacerlo, de igual forma, le debía una explicación.

—Yo.. —Comencé a hablar pero aún dudaba en si me creería. —Fui al bosque en la madrugada, había una clase de sombra conmigo y cuando intenté ver su rostro, me desmayé, justo en el bosque y ya no recuerdo nada más desde entonces. —Toqué mi cabeza al sentir un leve mareo.

Bufó. —No intentes excusarte con disparates por... —No la dejé terminar.

—No son disparates. —Me quejé. —Te estoy diciendo la verdad, si no quieres creerme, no es mi culpa.

El Templo © [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora