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C A P I T U L O F I N A L - PARTE 2.

Hay un lugar en el mundo, en dónde se divide Italia, en lugar de los sueños de muchos. Ese lugar, consta de un antiguo Templo, de hace más mil años, me atrevería a decir, que antes de Cristo. Pero no entraremos en aquellos detalles.

Sólo puedo contarte que ese lugar, nunca ha sido encontrado en ningún mapa, y realmente muchos aseguran que ni siquiera existe, pero, ¿quieres la verdad?

Yo conocí a Laura, a la última Elegida de aquel clan obscuro, en el que personas malas se disfrazaban de buenos y hacían cosas aterradoras a puertas cerradas. Se eliminó de todos los mapas del mundo aquella ubicación, cuándo ocurrió la primera desgracia, cuándo la profecía fue creada. Esa chica fue la última, y la única que sobrevivió a aquel infierno tan temible que se desató en ese lugar.

Yo supe qué fue lo que sucedió en realidad, pero mi verdad sólo la sabré yo y aquellos que estuvieron conmigo en esos momentos, porque fui participante e integrante de todo lo que ocurrió esa tarde de Agosto. El cielo estaba furioso, los truenos no cesaban.

Laura ya no era Laura.

En ella, sólo quedaba una pequeña parte, porque aunque no se cumplió lo planeado, ella también le vendió su alma al diablo. Siempre sería una persona compartida, entre su comprador, y ella. Y justo en el momento en el que todo se desató, ella estaba escondida en lo más profundo de sí, cediéndole el poder a su comprador.

Felipe estaba herido, al igual que Matías, pero uno tenía más posibilidades de sobrevivir que el otro. Ninguno sabía qué hacer, pero Matías tenía una expresión serena, tranquila...

La Madre Superiora fue arrastrada por alguna fuerza invisible, haciendo que se posara de rodillas frente a Laura, quién la miraba con un odio inexplicable. Se acercó a ella y posó ambas manos a los costados de su cabeza, la Madre no podía moverse a pesar de que luchaba por hacerlo, y al ver el desespero en su mirada, Laura clavó los dedos pulgares en sus ojos hasta que éstos cayeron al suelo y la sangre manchó sus manos y parte de los brazos.

Los chicos estaban petrificados, pues lo menos que pensaban era que ella sería capaz de hacer algo así, pero intentaban convencerse sin éxito de que no era la misma que conocieron.

Laura pasando por encima del cuerpo de la Madre Superiora, con un ademán en señal de que todos se acercaran a ella sin la opción de poder moverse, se podían oír cómo los pies de cada uno eran arrastrados por el lodo con fuerza, que incluso les quitaba el calzado. La mirada de la chica no cambió en ningún momento, mucho menos dejaron de verse las venas en su rostro, cuello, brazos y pecho. Cuándo estuvieron todos lo suficientemente cerca, fue a por el padre Federico, y a éste lo tomó de los testículos, murmurándole cosas en un idioma desconocido, pero que probablemente no eran buenas; le arrancó de un tirón su parte masculina, y mientras el padre sollozaba de dolor, ella lo arañó cómo quiso hasta que en su rostro sólo quedaba a la vista sangre y hueso.

A cada uno de los que estaban ahí, fueran culpables o no, ella los atacó de manera brutal e inesperada. Matías y Felipe observaban idiotizados todo lo que estaba ocurriendo, hasta que a Matías se le ocurrió una idea e incorporándose con esfuerzo, se sacó una pequeña bola del bolsillo, y Felipe no logró ver qué era realmente, hasta que Matías corrió hacia el monasterio, y le quitó el arito al objeto, lanzándolo por una de las ventanas.

Corrió con todas sus fuerzas devuelta a Felipe, pero llegó un momento en que sus piernas flaquearon y cayó de bruces al suelo. Felipe gritó su nombre y corrió a por él, pero las heridas ya estaban muy agravadas. Estaba más que consciente que no duraría mucho tiempo con vida, pero llegó justo antes de que explotara aquel lugar, y empujando a Matías más lejos, fue él quién recibió el impacto de la exploción de la granada, cayendo al menos, tres metros de distancia y boca abajo.

El Templo © [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora