VI.

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Tenía en frente mía a un gigantesco y enorme castillo. Tenía un aspecto muy misterioso, lo cual lo hacía ver más interesante de lo que era.

Por alguna extraña razón dar más pasos hasta llegar al castillo me atemorizaba. Tenía miedo de no cumplir con las expectativas que Sirius tenía en mí. Miedo de no encajar en Hogwarts. Miedo a no recordar nada. Miedo a...

- ¿Quién eres tú? -me dijo alguien detrás de mí, lo cual me hizo soltar un grito un tanto agudo. Me había asustado. No esperaba que hubieran personas cerca mío.

- Y-yo... yo soy...

- ¿La nueva? -asentí no muy convencida. Un poco avergonzada por no haber hablado fluidamente. - Te estábamos esperando. ¡Yo soy Rubeus Hagrid! Guardián de llaves y terrenos de Hogwarts, tu futuro profesor de cuidado de criaturas mágicas -asentí entusiasmada. ¡Estaba en frente de mi profesor!

- Sí... Encantada. ¿Cómo se supone que entraré? Me meto nada más o...

- Vas a ser anunciada... como es debido con todos los alumnos. -abrí bastante los ojos.

Admito que me gustaba ser el centro de atención ¡Pero no con desconocidos!

- Precisamente son las ocho y media, las clases empiezan a las nueve. Los alumnos deben estsr en el gran comedor para su desayuno. Vamos ante Dumbledore.

Hagrid y yo nos dirigimos hacia el despacho de Dumbledore y él dijo algo que no entendí muy bien, pero tenía que ver con limones. Una vez lo dijo, una estatua en forma de águila se movió, dejándonos pasar.

- Hola Hagrid, buenos días, señorita Thermopolis. Me alegra que haya llegado justo a tiempo. Hagrid, un rato déjame platicar con ____. -él asintió y se fue a no sé dónde, no sin antes cerrar la puerta. - puedes tomar asiento. ¿Caramelo? -dijo tendiéndome una caramelo de limón, el cual recibí.

- Gracias, profesor Dumbledore. -me senté en una de las elegantes sillas que tenía en frente suyo y lo miré atentamente.

- Bien... ¿Sabes por qué estás aquí?

- Porque soy una bruja -contesté lo más concretamente posible, no quería dar rodeos, estaba muy nerviosa.

- Correcto. Tu casi es algo extraño, ___. Vienes de una escuela que ha sido destruida hace un siglo, casi. Estamos a comienzos del siglo veintiuno. -asentí. Admitía que tenía muchas dudas acerca de mi procedencia.

- Lo sé y... creo que este lugar tuvo algún parentesco con esa escuela. -él asintió y luego se paró de su asiento, para caminar muy lentamente hacia la puerta.

- Precisamente, pero no te agobies, eso lo sabrás más adelante. Ahora tus compañeros están esperándote. Tenemos que seleccionarte en una casa. -me paré de mi sitio al igual que él y lo seguí hasta llegar al gran comedor, como lo había llamado Hagrid, y vaya que no estaba exagerando.

- Buenos días, alumnos. Hoy tienen ante ustedes a la nueva alumna que los acompañará desde ahora. Ingresará a cuarto año y su nombre es ____ Thermopolis.

Casi me desmayo cuando Dumbledore me hizo una seña para dirigirme donde él estaba. Había muchas personas, demasiadas. Mis nervios crecían cada vez más. ¿Tan famosa era esta escuela? Y ¿Tantos magos y brujas habían en este mundo?

Vi en frente mío a las cuatro casas, tal como lo había ficho Sirius. Supuse que la casa roja, en donde se encontraba un león dibujado en los manteles de la mesa, era Gryffindor, pues el león es valiente. Fue lo único que pude descifrar, las demás casas seguían siendo un misterio.

- Ahora procederemos a la selección. Mi amigo, el sombrero seleccionador, está aquí presente, dispuesto a ejercer una vez más, su labor.

En eso entro una mujer un tanto alta, la cual llevaba en sus manos, a un sombrero puntiagudo, tal como el que llevaba puesto yo, por el uniforme, solo que aquel podía hablar y era más viejo.

- La profesora McGonagall le pondrá el sombrero, señorita ____. Acérquese. -me dijo una vez más Dumbledore y lo obedecí.

New Times {DracoMalfoy&Tú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora