IV - La Metamorfosis

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El chofer que conducía el microbús a toda velocidad por la carretera iba extremadamente desesperado, debido a los incesantes gritos por parte del profesor que llevaba a la niña inconsciente. Era un momento trágico y la joven no reaccionaba por más cachetadas que el hombre le daba en la mejilla.

La noche estaba tan oscura entonces y el camino no tuvo iluminación hasta que luego de unos eternos minutos, pudieron visualizar las luces de los edificios de la ciudad. Llegando a las calles principales, había algunos taxis y microbuses transitando por las calles con gente en sus interiores.

La ciudad que nunca duerme tiene el nombre bien puesto, pero ahora mismo un microbús recorría las calles a toda velocidad, esquivando lo mejor posible los pocos vehículos que había. Era muy necesario llegar a un hospital rápido para que atendieran a Felicity, quien aún permanecía dormida.

Cuando por fin llegaron a urgencias, el profesor tomó nuevamente en sus brazos a la joven para llevarla dentro. En cuanto unos enfermeros vieron el microbús estacionándose y el profesor gritando como loco, tomaron una camilla y la acercaron hacia el hombre para que recostara a la joven.

Luego se la llevaron a toda prisa para que el médico la examinara e hiciera lo que fuera posible para reanimarla y renovar su consciencia.

El profesor se quedó con el chofer del microbús, que lo había alcanzado por el pasillo hasta la sala de espera, preguntando qué era lo que ocurrió. Después de haberse tenido que tragar cada grito de prisa durante el viaje, lo que quería era una explicación sobre lo sucedido. Pero el hombre no tenía idea de por qué la joven Felicity estaba tan mal herida.

Lo siguiente que pensó fue llamar al padre de la niña, otro maestro de la escuela Vincent, que seguramente permanecía dormido a esas horas. Eran más o menos las seis de la mañana de un Sábado, la mayoría de las personas prefieren dormir hasta tarde los fines de semana.

Tomando su teléfono celular, buscó el contacto de Marcus Brown para avisarle sobre lo que había ocurrido. Luego de unos segundos, el hombre contestó con una voz somnolienta al no entender por qué lo llamaban tan temprano.

El profesor atinó a explicarle que su hija había tenido un accidente mientras estaban en el campamento, lo mejor que podía hacer ahora era acercarse al hospital lo más rápido posible para estar al tanto.

Marcus se levantó de su cama en un instante y partió a su closet para sacar ropa. Ramsey, por su lado, no entendía qué era lo que estaba pasando, pero tampoco parecía importarle. Típico de los gatos.

En el hospital, el maestro permanecía sentado mientras frotaba su cara con ambas manos. El chofer del microbús había llegado con dos vasos con café en las manos, intentaba caminar con mucho cuidado para no rebalsar el líquido caliente.

Los minutos pasaban tan lento que parecía una espera eterna, los médicos que estaban con Felicity tras la puerta por que la pasaron los enfermeros con la camilla aún no salían, no había ninguna respuesta por parte de nadie. Incluso el profesor detuvo a una enfermera para preguntarle si sabía algo al respecto, pero nada.

En un momento, la puerta que daba la entrada a la sala de espera se abrió con brusquedad y el profesor que aún yacía de pie, reconoció el rostro de Marcus Brown, el padre de Felicity.

— ¿Qué pasó? ¿Dónde está? ¿Está bien? — preguntaba Marcus con preocupación.

— Aún no sabemos nada, señor Brown. — contestó el profesor.

— ¡Se...señorita! — atinó Marcus sujetando a una enfermera que pasaba por el pasillo. — Trajeron a mi hija y no se nada de ella, por favor, ¿podría decirme algo?

Sombra Furtiva [+18] [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora