Capítulo 14: Pesadilla

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—¡Dejadme salir de aquí! Tengo que avisar a Irina, la van a matar —decía Laura muy impaciente.

—Por favor, vuelva a su habitación. Se acaba de despertar y la policia vendrá a hacerle declaración respecto a su caso en unas horas —le dijo la enfermera.

Aunque Laura llevaba casi tres meses inconsciente, recordaba como si fuera ayer lo que había ocurrido con Rouse. Tenía que avisar a Irina del peligro, si es que no llegaba ya demasiado tarde.

—No puedo esperar. Es asunto de vida o muerte. Dejadme al menos hacer una llamada, por favor —rogaba.

—Lo siento, no puedo darle ese permiso. Su acusación es muy grave y la víctima pidió incluso un orden de alejamiento... —intentaba explicarle la enfermera.

Laura estaba al tanto de su acusación. No podría creerlo. Rouse se las había apañado para incriminarla ella y ahora se veía muy limitada para ayudar a Irina.

—Lo siento. Me han ordenado negar cualquier tipo de llamada —le contestó de nuevo la enfermera.

—¡Joder! —dijo a gritos Laura, dando un golpe en la paret.

En ese momento, Laura vió que la enfermera llevaba con ella el teléfono en  el bolsillo de su bata.

—Por favor, vuelva a su habituación o tendré que llamar a seguri...

Pero, antes de poder terminar la oración, Laura le cogió el teléfono y se fue corriendo.

—Mierda, ¡paradla! —gritó la enfermera, pidiendo ayuda a los guardas.

Laura se escondió en una habitación y llamó a Marco. Por suerte, tenía buena memoria y se sabía su teléfono.

—Marco, por favor, por favor... —decía Laura en voz alta, cruzando los dedos para que le cogiera la llamada y la escuchara antes de que la encontrasen.

Quatro horas antes...

—Lo siento Sara... Lo siento. Ojalá haber estado más tiempo a tu lado —dijo Irina, manifestando sus pensamientos en voz alta.

Y entonces disparó.

—¡Enhorabuena! No te has volado los sesos, por lo que ahora pasarás al siguiente nivel —decía Rouse mientras aplaudía.

Irina soltó el arma al suelo, no podía creer que estuviera viva. Sus respiraciones se hicieron más lentos y sus sudores se volvieron fríos, un cambio tan súbito que no pudo aguantar las ganas de vomitar.

—¡Qué asco Irina, te has manchado entera! —exclamó Rouse de la sorpresa, aunque en realidad de estaba aguantando la risa.

—¿Por qué haces esto Rouse? —le preguntaba Irina mientras las lágrimas recorrían sus mejillas—. No entiendo qué he hecho para que me hagas esto...

—¡Me mentiste! —exclamó enfadada—. Te follaste a Marco y no me lo contaste.

—¿Y por esto intentaste envenenarme, suicidar a mi amiga y ahora matarme a mi? —preguntó incrédula.

—Pero por qué a él precisamente. ¿Por qué de todos los chicos del instituto lo hiciste con él? Él es mi mundo, mi salvador.

—¿Tu salvador? ¿De qué estás hablando?

En ese momento, Rouse le contó todo lo que ocurrió en su antigua escuela. Los dos profesores que la violaban, como los demás profesores miraban a otro lado para salvar su propio culo y como Marco la salvó. La noticia chocó a Irina, nunca se hubiera imaginado que Rouse viviera algo así.

—¿Cómo es que no salió esta noticia en los medios? —preguntó Irina, aún sospechando de la veracidad de su historia.

—Mis padres no querían que la noticia se conociera. No querían "manchar" el nombre de su empresa y pagaron una gran cantidad de dinero a muchas de las editoriales del país. Ni siquiera quisieron establecer la denuncia, simplemente pagaron para que se fueran del país. Siempre lo solucionan todo con dinero, ¡hijos de la gran puta! —gritó dando una patada a la mesa—. Ellos quedaron libres y a mi me encerraron en un hospital psiquiátrico.

—Dios mío...

—Después de eso, mis padres no pudieron verme la cara de nuevo. Por eso nunca han estado en casa. Soy el reflejo de su fracaso y no pueden ni mirarme.

—Pero no entiendo. ¿Por qué Marco no té ha reconocido? —preguntó Irina.

—Cambié mi estilo y mi nombre —contestó Rouse—. Se lo iba a contar, pero entonces TÚ te entrometiste —señaló, mientras me apuntaba con la pistola—. Él era mío...

—Yo no te he quitado nada, Marco no es mío ni tuyo... —dijo en el mismo momento que Rouse le golpeó de nuevo con el culo de su arma.

—¡Cállate! —exclamó—. Tú nunca podrá entender como me siento... Él es lo único que tengo... No tengo nada...

En ese momento se puso el revólver en la cabeza y apretó el gatillo.

—¡No lo hagas! —gritó Irina.

Pero por suerte, o por desgracia, Rouse seguía viva.

—Te toca de nuevo —dijo Rouse, devolviéndole el revólver mientras apuntaba de nuevo a Sara.

—No, Rouse... Por favor —decía mientras volvían los temblores y la falta de sensación de aire.

—Sabes Irina, yo te admiraba —afirmó Rouse con una mirada melancólica—. Gracias a ti, dejé de vender mi cuerpo a ancianos asquerosos y a consumir drogas. Pero... —dijo al mismo tiempo que disparaba el arma dos veces a un metro de Sara—. Eso ya es el pasado.

—¡No! —gritaba mientras Sara se ponía a llorar—. No le hagas daño... Haré lo que me pidas. Lo prometo.

Puso de nuevo la pistola en su cabeza. Contó hasta tres, respiro profundamente y disparó de nuevo.

—¡Joder! Que suerte tienes —dijo Rouse, sin ningún miedo de ser la siguiente.

Sentía que su corazón estaba a punto de estallar de lo rápido que iba, mientras sudores fríos recorrían de nuevo por su cuerpo. No pudo evitarlo, y vomitó otra vez sobre sí misma. Le dolía mucho su estómago y sentía que la garganta le quemaba.

—Increíble —decía Rouse—. Te pones así por tan poco.

—¿Tan poco? —preguntó Irina con una mirada de ira intensa—. Intentaste envenenarme, hoy has secuestrado a mi hija y a mi, me has agredido y torturado psicológicamente con un juego de mierda no sé qué Russa en el que me puede atravesar una puta bala en la cabeza... ¿Y te parece poco?

—Sí, es poco comparado con tres años de violaciones diarias. Es poco si lo comparas con el hecho de que dos tios que te triplican la edad te meten su asquerosa polla por la boca y la vagina a la vez. Es poco comparado con el hecho de que te ignoren a pesar ir sangrando por los pasillos. Es poco comparado a que te encierren en un psiquiátrico para callarte la boca. Y es poco comparado con la mierda que todos esos años hacen en tu cuerpo y en la PUTA CABEZA. ¿Entiendes?

Irina no podía aguantarlo más. Sentía que la cabeza le iba a explotar.

—Siento por todo lo que has pasado. Siento que te violaran y los adultos no se comportasen como tales. Lo siento si no pude ayudarte, si no fui un apoyo... Lo siento... —dijo Irina, haciendo una pequeña pausa—. Pero no hagas esto. Eres joven. Tienes toda la vida por delante. No hagas que te encierren. No hagas exactamente lo que ellos querían que hicieras, que es joderte la vida...

En ese momento, Irina vió cierta duda en los ojos de Rouse. ¿Sus palabras empezaban a remover su coraza?

—Da igual lo que digas. Mi vida se fue a la mierda cuando ellos me hicieron esto —dijo con mucha serenidad, como si se hubiera resignado a seguir viviendo.

Se puso de nuevo el revólver en la cabeza y disparó.

—¡Aah! —gritó Irina.

La sangre la había salpicado. Rouse se acababa de volar la cabeza delante de ella.

IRINA (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora